¿Dos mundos paralelos? El presidente de la Generalitat, Quim Torra, considera que su gobierno ha reactivado la economía catalana, después de la etapa de la aplicación del 155 de la Constitución, y que Cataluña es una comunidad “en marcha y preparada para afrontar los retos globales”. Destaca el crecimiento del PIB en el tercer trimestre de 2018, que creció el 2,7%, y apunta que las exportaciones van viento en popa. Pero los agentes económicos ponen el acento en otras cuestiones. Los empresarios representados en Foment, en el Círculo de Economía y en Pimec piden “cambios estructurales para mejorar la productividad”, y desnudan ese entusiasmo del president: “No se ha hecho nada para avanzar a medio o largo plazo: nada”.
El Gobierno de Quim Torra ofrece el crecimiento del PIB como gran argumento, con la idea de que ese avance se produce gracias a la inversión y el consumo, sin tener en cuenta la desaceleración, que se ha corroborado en el sector industrial, en la construcción o en las exportaciones. “El crecimiento de la economía catalana en los últimos meses es menor a la media española y a la media de Madrid”, apuntan responsables de Foment del Treball, que cuestionan otra máxima de Torra: la creación de empresas en el último trimestre. “Hasta el 42% de las empresas de nueva creación mueren a los tres años de vida, por tanto ese no es un buen argumento. Dependerá del ecosistema económico, de la fiscalidad, de cómo ayude la Administración, para que esas nuevas empresas sigan adelante”, remacha la patronal.
Mayor presión fiscal
Foment también se refiere a un fenómeno del que no habla el Govern. Se ha recuperado la economía, pero, en el camino, «se ha perdido un tercio de las empresas de hasta 50 trabajadores, y un 25% de las empresas que tienen entre 50 y 250 trabajadores».
También se señala otra cuestión en la que no entra el Gobierno catalán: la fiscalidad. Foment señala que el tejido empresarial se ve perjudicado por la mayor presión fiscal. Otros agentes también insisten en ello. El economista Josep Soler, director del Instituto de Estudios Financieros, señala esa circunstancia: “En donaciones y sucesiones, en IRPF, o en Patrimonio las diferencias comienzan a ser importantes respecto a otras comunidades y eso penaliza al tejido económico, a empresas y también a empresarios, desde el punto de vista individual. Eso no se aborda y son unos cuatro puntos de diferencia respecto a la media española”. Soler destaca otro problema: «Hay un freno evidente en las operaciones societarias, que se comprueba cada día en el registro mercantil, con menos ampliaciones de capital. Eso es un dato claro que contrasta con Madrid, donde el fenómeno es el contrario».
Ganar dimensión empresarial
Torra quería sacar pecho tras su primer año en el Govern. Y exhibió este martes el crecimiento del PIB; el descenso del paro, en el 2,6%, o el aumento del 4,1% de nuevas empresas. Pero lo más determinante para los empresarios es “el coste de oportunidades”, con una pregunta clara: ¿dónde estaría Cataluña con un gobierno centrado en la economía, con un plan estratégico, con todos los departamentos orientados a mejorar la productividad, tanto del factor trabajo como del factor capital?
Los economistas que han elaborado el informe del Ctesc, el Consejo de Trabajo, Económico y Social de la Generalitat, que el propio Govern presentó hace dos semanas, inciden en dos cuestiones: “Hay un proyecto estratégico sobre la industria, que no se ha desarrollado, que busca dos objetivos; que las empresas ganen dimensión, y que se aproveche mejor, para ganar productividad, tanto el factor trabajo como el capital. Porque el modelo se mantiene tras la crisis. Más gente en el mercado de trabajo y más capital, pero sin aumentar la productividad”.
Coste de la energía
Eso lo pone también sobre la mesa Carme García, economista miembro del comité ejecutivo de Pimec. “El plan estratégico apenas se ha desarrollado, prácticamente en ningún ámbito”. Tampoco, y eso es determinante para García, en comparación a lo que sí ha logrado el Gobierno vasco, se ha trabajado para “reducir el coste energético, que penaliza a la empresa catalana para poder competir”.
El Círculo de Economía insiste en lo que ya apuntó su presidente, Juan José Brugera, en las jornadas económicas de Sitges, y, precisamente, ante el propio Torra: “La pérdida del peso económico es una evidencia, porque, al margen de si crece el PIB, que está bien, lo que es importante es proyectar iniciativas empresariales de envergadura, potentes, y eso no ha aparecido”, señalan fuentes de la Junta del Círculo, que piden, de nuevo, «un gobierno de las cosas, que gestione el día a día y con ambición de futuro».
Inversión extranjera
¿Qué es lo que no quiere ver Torra, aunque sí son conscientes de ello otros miembros del Govern como el consejero de Economía, Pere Aragonès? La inversión extranjera, que desciende en Cataluña, el 16,9% en 2018, respecto al año anterior, según la consultora EY. Ese descenso marca una tendencia, aunque Cataluña siga liderando esa inversión, con 108 iniciativas. En ese proceso, es la Comunidad de Madrid la que logra incrementar ese flujo y pasa de 31 a 82 proyectos, con un aumento del 165%.
Otro dato es que Barcelona pasa del séptimo al noveno puesto en el ranking de ciudades europeas más atractivas para los inversores extranjeros, según la misma consultora. El proceso de globalización, como ha señalado el empresario Javier Faus –próximo presidente del Círculo de Economía— marca una concentración económica en unas pocas ciudades. Madrid está en ese mapa, y el problema para Cataluña es que Barcelona quede fuera.
Más industria, menos servicios
¿El Govern de Torra se mueve en esa dirección? Eso es lo que más preocupa a los empresarios catalanes, que reclaman medidas claras, desde el punto de vista político, para que puedan volver las grandes empresas –como ha pedido Josep Sánchez Llibre, el presidente del Foment– que dejaron la comunidad tras los sucesos de octubre de 2017 y se fije una hoja de ruta precisa para ganar productividad, señalando los sectores que deben guiar la economía catalana a medio y largo plazo.
“No puede ser que el sector servicios, como el turismo, que está muy bien, sea la bandera de nuestra economía”, apuntan los economistas del Ctesc, porque “es mucho menos productivo, por ejemplo, que la industria”.