Los autores del estudio sobre los secesionistas descubren que son «rebeldes privilegiados»»

Hablan los autores del informe que dice que los secesionistas son «rebeldes privilegiados»

El estudio desmonta algunos de los mitos del independentismo. Ni es un movimiento tan transversal como dicen sus líderes, ni vino de abajo arriba como reacción contra el Gobierno

Foto: Los autores del estudio: Josep M. Oller, Albert Satorra y Adolf Tobeña. (EC)
Los autores del estudio: Josep M. Oller, Albert Satorra y Adolf Tobeña. (EC)

El 15 de febrero se publicó en la prestigiosa revista académica MDPI una investigación a fondo sobre la demografía política de Cataluña que lleva por título «Rebeldes privilegiados: un análisis longitudinal de rasgos económicos distintivos del secesionismo catalán». Los resultados desmontan algunos de los mitos del independentismo. Ni es un movimiento tan transversal como aseguran sus líderes, ni vino de abajo arriba como reacción a las políticas del Gobierno.

Bajo la disputa política, relucen importantes diferencias económicas y culturales. Los autores son los profesores Josep M. Oller del Departamento de Genética, Microbiología y Estadísticas de la Universidad de Barcelona; Albert Satorra, del Departamento de Economía y Negocios de la Universidad Pompeu Fabra, y Adolf Tobeña, del Departamento de Psiquiatría y Medicina Forense del Instituto de Neurociencias de la Universidad Autónoma de Barcelona. Hablamos con el profesor Oller, que habla en nombre de sus compañeros, sobre los resultados de su investigación. El estudio completo puede leerse aquí (en inglés) y aquí (en castellano). 

P. Los resultados de su estudio nos ofrecen, de entrada, una paradoja deliciosa. La independencia de Cataluña, producto de una incomodidad identitaria, parece la reclamación de la gente más acomodada.

R. Es cierto que desde un punto de vista estadístico el colectivo que se muestra abiertamente secesionista muestra unos signos de mayor bienestar económico que el resto de la población, en términos de los ingresos netos familiares manifestados. En realidad es un fenómeno remarcable más que sorprendente: la exagerada preocupación por las identidades propias suelen darse en sociedades con muchas de las necesidades básicas bien cubiertas, toda vez que las tensiones secesionistas se dan con preferencia en regiones con mayores recursos que el promedio del Estado matriz, y suelen apoyarse en cálculos directos un tanto naíf, prescindiendo no solo de consideraciones basadas en estricta justicia social, sino olvidando también que las rupturas propuestas no son un ‘juego de suma cero’ sino más bien, a corto plazo, un juego de suma negativa. Y, en cualquier caso, la demanda secesionista desde amplios sectores sociales bien acomodados se explica en buena parte teniendo en cuanta que se gesta desde el poder autonómico, que es considerable, controlando los medios de comunicación públicos regionales y ante una considerable pasividad del Estado central.

Tres simpatizantes ondean esteladas ante el tribunal de Edimburgo. (EFE)
Tres simpatizantes ondean esteladas ante el tribunal de Edimburgo. (EFE)

P. ¿Qué es lo que se propusieron ustedes cuando decidieron hacer este estudio?

R. En primer lugar tratar de objetivar el fenómeno estudiado. Para ello usamos todos los barómetros de Opinión Política de la Agencia de Sondeos de la Generalitat (CEO) disponibles, para confirmar o refutar datos muy parciales, sobre los vectores de la división que se ha instalado en Cataluña, entre secesionistas y unionistas.

P. ¿Les sirvió para refutar alguna idea preconcebida?

R. Varias. La primera y más importante idea refutada es que el secesionismo es transversal: no lo es. Obedece a una segmentación territorial, lingüística y económica que hemos descrito con precisión. La segunda es que surgió como un movimiento político espontáneo que nació y se desarrolló de abajo arriba. Tampoco es así. Hemos podido mostrar, en nuestra serie de estudios, la influencia decisiva de factores de influencia de arriba a abajo. Los dos más relevantes: el brusco viraje del nacionalismo moderado y pactista de CIU, en 2012, hacia el secesionismo; y la impregnación propagandística, en una burbuja comunicativa, de los medios de ámbito regional bajo el control directo o indirecto de la Generalitat.

P. Parece entonces que el punto de ruptura sentimental no se dio, como el independentismo asegura, tras la polémica de la recogida de firmas de PP contra el Estatut.

R. Contrariamente a lo que sostienen algunos, ni este hecho ni la sentencia del TC sobre el Estatuto de 2006 tienen una relevancia constatable en la serie de datos. Tan solo como ariete propagandístico y justificativo posterior: se usan para vestir un relato.

El presidente del Parlament, Roger Torrent (c), junto a los miembros de la Mesa y los letrados de la cámara catalana. (EFE)
El presidente del Parlament, Roger Torrent (c), junto a los miembros de la Mesa y los letrados de la cámara catalana. (EFE)

P. ¿Cuál fue, entonces, el punto de ruptura?

R. El despegue crucial es el viraje que protagoniza y encarna el señor Artur Mas, en 2012, para intentar consolidar una mayoría renovada de CIU en las elecciones autonómicas de noviembre de aquel año, en tiempos de gran zozobra económica. Hay muchos puntos a aclarar en este período: no fue un simple capricho de Artur Mas y unos pocos, sino una decisión concertada de una gran parte de la élite catalana: basta recordar las importantes campañas que economistas y académicos desarrollaban en septiembre de 2012, y ojo: en inglés, por la red, mientras que en comarcas otros actores daban una versión más rudimentaria pero en la misma línea, que tenía cierto éxito en gente bastante desinformada, justo en un momento económicamente muy delicado para España. Parece claro que era algo más que un farol para muchos. El resultado de aquellas elecciones fue el que fue, y Artur Mas se encontró, sin esperarlo, en un escenario en que estaba cautivo de fuerzas secesionistas, salvo que rectificara y asumiera importantes costes electorales, cosa que no hizo y prefirió una huida hacia adelante.

 

P. La polarización siempre se atribuye a sentimientos nacionalistas, pero parece tener un componente oculto de clase social.

R. La polarización actual en Cataluña, si bien hunde sus raíces en diferencias étnico-culturales, donde las diversas clases sociales no están representadas por igual, deriva de forma principal del intento de culminar una aventura secesionista con una base menor de la mitad de la población. La «conjura de los irresponsables», fue denominada.

P. Según los datos, ¿cuál es la relación entre la riqueza y el independentismo?

R. En términos estadísticos y simplificando, las amplias clases medias y medias-altas, bien instaladas y catalanoparlantes, son secesionistas. Los estratos medios-bajos y los segmentos más desfavorecidos de la ciudadanía no lo son.

P. ¿Existe una relación clara entre la lengua materna y el sentimiento separatista?

R. Es el vector capital: la división política inducida entre secesionismo y unimismo se ha establecido, de manera primaria, a través de la frontera lingüística. Cabía esperarlo y así ha sido. Los hogares de idioma familiar catalán son mayoritariamente secesionistas. Los de lengua familiar castellana, son unionistas. Las diferencias son enormes y eso es preocupante desde la perspectiva de la cohesión social. En cualquier caso, esto explica parcialmente además el porqué de la estabilidad del voto en ambos bloques.

El vicepresidente de la Generalitat, Pere Aragonès (i), junto al escaño vacío del presidente Quim Torra. (EFE)
El vicepresidente de la Generalitat, Pere Aragonès (i), junto al escaño vacío del presidente Quim Torra. (EFE)

P. La alcaldesa de Vic, en el Parlament, dijo que había que hablar en catalán a los que no tienen cara de catalanes. ¿Podemos entender que dijo que hay que hablar a los pobres en el idioma de los privilegiados?

R. No lo plantearía en estos términos. Las lenguas son, principalmente, instrumentos para entenderse: herramientas. Son valiosas en buena parte por la dificultad de aprenderlas y dominarlas bien: no al alcance de cualquiera. Son, en parte por ello, uno de los marcadores sociales de pertenencia más importantes. Particularmente, yo no dudaría en cambiar a la lengua de mi interlocutor si esto facilitara la comprensión mutua en un instante dado. En cualquier caso, no me atrevería nunca a aconsejar a nadie en esta materia y dejaría que primara en cada caso el sentido común y la buena comunicación.

P. A lo que me refiero, quizás de manera más genérica, es a esto: ¿se esconde en el asunto de la lengua una traza de la arrogancia clasista de toda la vida?

R. Desde luego, lo que parece que hay es una actitud que transmite paternalismo y falta de empatía hacia un grupo notable de personas y excesivamente preocupada por la propia identidad, lo que fácilmente puede interpretarse como un cierto clasismo.

«Este movimiento fue liderado por élites acomodadas catalanas y uno de sus objetivos podía ser desvirtuar las protestas del movimiento 15-M»

P. En el sentido de las clases sociales, la tendencia en Cataluña con el independentismo parece ir en dirección contraria, por ejemplo, a la del Brexit, donde el voto de ruptura parece más proclive en las clases depauperadas.

R. Sí, pero en cierto sentido solo. Las élites catalanas como las británicas son segregacionistas. Pero el seguimiento en Inglaterra y Gales es predominantemente popular, mientras que en Cataluña es de clases medias y profesionales, bien educadas, instaladas y cosmopolitas.

P. Algo interesante desde el punto de vista de la clase social es que la izquierda más radical de Cataluña, la CUP, comparte objetivos con los conservadores de la posconvergència. ¿Cómo lo explica?

R. Son sus hijos y nietos. Han de preservar negocios, canonjías y vínculos más o menos imbricados con el Gobierno regional, a la larga.

Ángel Villarino

P. Si los de clases bajas son menos favorables al independentismo, ¿cómo se explica que el auge de este movimiento viniera en los peores años de la crisis económica?

R. Este movimiento fue liderado por élites acomodadas catalanas y uno de sus objetivos, además de mejorar el autogobierno o conseguir la independencia, podía ser desvirtuar las protestas del movimiento 15-M. Además, las crisis económicas profundas, y la del 2008-2014 lo fue en grado mayúsculo, son caldo de cultivo para todo tipo de efervescencias políticas y para ganancia de pescadores en río revuelto. En Cataluña cuajó el envite secesionista porque tiene una sólida base mínima siempre disponible y fue conducido con una notable eficacia propagandística, todo ello regado con abundante dinero público, y además, repito, ante la pasividad del gobierno de España.

P. En sus gráficos, la polarización social parece haber llegado al punto de equilibrio, de estancamiento. ¿Hemos llegado a un callejón sin salida?

R. Estamos en un empate crónico y atrincherado, desde que los secesionistas consiguieron revertir la seria derrota del 155 en las elecciones de diciembre del 2017. El lío, las luchas enconadas, la ineptitud y el marasmo de la política española también ha contribuido a ello en grado notorio.

P. ¿Prevé que cuando las nuevas generaciones lleguen a edad para votar la balanza se incline favorablemente a un lado u otro?

R. Creo que en los próximos años la sociedad cambiará tanto (cambios sociales, tecnológicos, demográficos, etc.) que lo probable es que aparezcan nuevos problemas que se lleven por delante a muchos de los actuales. Sin embargo, hay tantas incógnitas que NADA es previsible, aunque haya mucho negocio y pseudo-oráculos dedicados a ello.

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