“La pandemia ha sido una guerra y la posguerra también será terrible”
Siete consejeros de Sanidad comparten su impotencia inicial, experiencias y temores un año después
Trabajan en Gobiernos de distintos colores políticos. Muchos de ellos son médicos de formación y todos han compartido la angustia de recibir cifras mareantes de fallecidos sin saber hasta dónde iban a llegar. Probablemente eso explique el tono en el que se expresan, tan diferente al de la bronca permanente del Congreso de los Diputados. Este es el relato de la pandemia de siete consejeros de Sanidad autonómicos un año después.
Primera ola. La trampa del tamiflú
“Veníamos escaldados”
Verónica Casado, responsable de Sanidad de Castilla y León, rememora: “Lo de China lo veíamos lejano y las noticias que teníamos es que era un poco como una gripe”. El director del Centro de Alertas y Emergencias Sanitarias del Ministerio, Fernando Simón, había declarado a finales de enero de 2020: “España no va a tener, como mucho, más allá de algún caso diagnosticado”. La incidencia del coronavirus se mide hace meses en número de contagiados por cada 100.000 habitantes, pero los consejeros recuerdan perfectamente al primer infectado ―”un estudiante italiano”, “un profesional iraní”…― porque fue el momento en el que todos sus planes saltaron por los aires.
¿Hubo un exceso de confianza? A finales de enero de 2020, en el primer consejo interterritorial, los consejeros de Sanidad son informados de la situación en Wuhan. Posteriormente, la titular del área en la Comunidad Valenciana, Ana Barceló, viaja a Bruselas para representar a las comunidades autónomas en la reunión del consejo de ministros europeos, en la que también participa la OMS. “Ahí nos empezamos a dar cuenta de la dimensión del problema que se nos venía encima”.
Preguntados por qué nadie dio la voz de alarma, por qué no aplicaron antes medidas restrictivas, todos afirman que “faltaba información”. “Desconocíamos lo básico. Que el virus se transmite fundamentalmente por vía aérea, que la mascarilla es imprescindible…, todo eso lo ignorábamos”, relata Miguel Rodríguez, consejero de Sanidad del Gobierno cántabro. Un precedente jugó en su contra y a favor del virus. “Nos pasó, creo, a todos”, afirma Verónica Casado. “Hubo una amenaza previa con la gripe A [en 2005] que parecía que iba a ser terrible y finalmente no pasó nada y eso nos dio una falsa seguridad”. El responsable de Sanidad extremeño, José María Vergeles, coincide: “Veníamos escaldados por el aprovisionamiento de tamiflú [el medicamento contra la gripe A], que luego no tuvimos que utilizar”. España adquirió 15 millones de unidades. En diciembre de 2009 apenas había usado 6.000.
La estación de Atocha de Madrid, vacía durante el confinamiento. En vídeo, siete consejeros de Sanidad recuerdan la reacción inicial a la pandemia.No había protocolos y los que se hacían cambiaban “casi a diario”, recuerda Casado. Al principio, rememora el consejero gallego, Julio García Comesaña, solo se hacía PCR a quienes venían o habían estado en contacto con personas procedentes “de unas regiones muy concretas”, como China. Luego empezaron a escasear los reactivos para los test. Por eso, afirma Vergeles, “hoy es imposible conocer la magnitud de la primera ola: no hacíamos pruebas suficientes”. “En aquel momento”, afirma Jesús Fernández Sanz, consejero de Castilla-La Mancha, “atendíamos a la gente que llegaba a la puerta de los hospitales. Tratábamos la enfermedad, no la preveníamos”.
Falta de todo y no hay dónde comprarlo
“Los americanos se quedaron nuestros respiradores”
¿Qué habrían hecho de manera distinta entonces con la información que tienen ahora? En la conversación telemática con EL PAÍS se produce una pausa elocuente. Todos piensan en las vidas que podrían haberse salvado. “Si lo hubiéramos sabido, habríamos tenido reservas de equipos de protección y respiradores suficientes”, expone la consejera de Castilla y León. “Fue muy duro no poder proteger a los sanitarios”, coincide la valenciana. “Dependíamos del mercado chino y del alemán, que luego también interrumpió el suministro. Era una impotencia… La sensación de no poder controlar absolutamente nada, la angustia de ver que no llegaba el material, que los sanitarios iban contagiándose, que ibas retirando equipos de sanitarios… Hubo profesionales que fallecieron por no contar con ese material”, lamenta.
La consejera de La Rioja, Sara Alba, recuerda una llamada telefónica del entonces ministro de Sanidad, Salvador Illa, “a finales de febrero o principios de marzo”. “Me preguntó cuántos respiradores teníamos y cuántos éramos capaces de conseguir. Fue el primer ‘clic’ de la pandemia”. “Me arrepiento de muchas decisiones”, añade, “pero también aplaudo muchas otras”. “Ha sido muy duro. Teníamos 17 camas en UCI y tuvimos que habilitar por encima de 100”.
El consejero de Castilla-La Mancha regresa a marzo de 2020. “Si hubiera habido mascarillas, ni en la manifestación del 8-M, ni en el partido del Atleti, ni en el acto de Vox se habrían producido tantos contagios. Pero por mucho que corriéramos, comprar lo que necesitábamos era un calvario. Teníamos 100 respiradores pagados que no nos llegaron nunca porque se los quedaron los americanos. Tuvimos que comprarlos en Turquía. No eran los mejores, pero nos sacaron del problema”.
Todos admiten que al principio, las medidas restrictivas sonaban a ciencia ficción, pero en el último año la pandemia ha imitado en más de una ocasión el guion de esas películas que ya no volverán a verse con los mismos ojos. “Las herramientas que usaban en China nos parecían increíbles”, relata el consejero gallego. “Recuerdo la frase: ‘Eso se puede hacer en China, pero aquí no”, poco antes del confinamiento. Barceló coincide: “Hablar de medidas restrictivas no estaba en nuestro vocabulario”. El consejero extremeño recuerda que un día, a las nueve de la mañana dio una rueda de prensa diciendo que se mantenía la formación presencial y por la tarde se suspendió. “Nos fuimos acostumbrando a tomar decisiones muy precipitadas para mitigar la situación. Hemos tenido que aprender tantas cosas…”, añade.
La anomalía de Madrid
“Nos cuesta hacer pedagogía si otras tienen todo abierto”
Hoy todos los consejeros consultados coinciden en que junto al uso de la mascarilla, la medida más eficaz ha sido el cierre de interiores. “No existe duda alguna”, afirma el responsable cántabro. “Y el centro de control de enfermedades americano acaba de publicar un estudio que relaciona el no uso de la mascarilla, la apertura de la hostelería en interiores y el aumento de la mortalidad a los 21 días”.
La relación es buena, pero las decisiones de Madrid les han complicado la vida. “No tenemos ninguna madrileñofobia. Pero sí nos preocupa lo que ocurre en Madrid”, admite el consejero de Castilla-La Mancha, comunidad limítrofe. “Durante la peor etapa de la tercera ola, nos lanzaban a la cara que Madrid, con todos los bares abiertos y sin perimetrar, estaba mejor que nosotros. Era cierto y el mensaje entraba como un cañón. Estuvimos más de un mes con todo cerrado aguantando esa crítica, pero al final se ha visto cómo unas comunidades han bajado la curva y Madrid se mantiene en números peores que los de cualquiera. ¿Tiene que ver con las medidas? Yo pienso que sí”.
“Respetando las decisiones que haya tomado Madrid”, afirma la consejera valenciana, “sí nos han afectado”. “Es difícil hacer pedagogía con algunos sectores económicos cuando con peores datos epidemiológicos, otras comunidades no proceden al cierre de determinadas actividades”. La consejera de Castilla y León, gobernada en coalición por el PP y Cs, recuerda que ha pedido “muchísimas veces” unidad de criterios porque cuando no los hay “se genera mucha más fatiga pandémica y mucha más desafección”. Celebran, en todo caso, la frecuencia de los consejos interterritoriales. “Nunca en la historia de este país ha habido tantísimo debate, deliberación y reunión”, resume Casado, que reclama, eso sí, una reforma de la ley de salud pública. “Con más herramientas jurídicas se habrían evitado también algunos de esos conflictos”, asegura.
El debate de la vacunación obligatoria
“Debemos plantearlo para algunos casos”
García Comesaña aclara que Galicia no ha planteado que la vacuna sea obligatoria. “Sí es cierto”, admite, “que hay personal del ámbito sanitario que decide no vacunarse y podríamos exigir que sea requisito estar vacunado por ejemplo, para trabajar en una residencia”. Para el consejero cántabro, “no hay que tener miedo a plantear la vacunación obligatoria”. “En España nunca se ha hecho porque las tasas de vacunación en general son altísimas, pero en otros países de nuestro entorno sí y no pasa nada”, añade. Barceló señala: “Es controvertido, pero creo que en algún momento deberemos estudiar si puede ser requisito con personal que trabaja en residencias o con grandes dependientes”.
Un sanitario administra una vacuna de AstraZeneca en Sevilla, en febrero. En vídeo, siete consejeros de Sanidad comentan sobre el debate de la vacunación obligatoria.Galicia tiene a 200 personas vacunando en atención primaria y a otras 50 en el ámbito hospitalario. Extremadura empezó a administrar las dosis con 180 profesionales de enfermería. En la Comunidad Valenciana cuentan, además con personal jubilado menor de 70 años y del ámbito de la sanidad privada. En Castilla-La Mancha hay 600 personas solo para vacunar y esperan que los 1.000 contratados para rastrear contactos puedan dedicarse a suministrar inyecciones cuando caigan los contagios. Todos los consejeros señalan que no faltarán manos cuando lleguen las dosis prometidas.
Preguntados por si les han causado rabia los casos de colegas, políticos, obispos o representantes públicos que se han saltado el calendario de vacunación, subrayan que han sido “minoritarios”, pero varios consejeros se muestran “indignados”. “Especialmente por aquellos representantes o figuras importantes”, afirma la valenciana, en alusión a las infantas. “Esos casos”, lamenta el consejero extremeño, “han hecho que se mire mal vacunaciones de directivos de centros que estaban más que justificadas. Y todo esto coincidió en el tiempo en el que una directora de atención primaria nuestra se contagió reforzando un equipo de vacunación y falleció. La pena y el dolor por ese hecho han tapado la rabia”.
Después de la guerra
“Habrá que cerrar muchos duelos”
La consejera de Castilla y León cree que “una pandemia se comporta como una guerra. Las posguerras suelen ser terribles y la postpandemia también lo va a ser”. Preguntados por las secuelas que dejará en la población, todos coinciden en que serán muchas, físicas y psicológicas, en infectados y no infectados; en los que cuidan y en los que han sido cuidados. Tienen en mente o en marcha planes específicos de salud mental, grupos de trabajo y unidades postcovid. Casado y García Comesaña destacan a quienes han pasado largas estancias en la UCI, y a los afectados por la demora en las listas de espera por la sobresaturación del sistema para detectar y tratar otras enfermedades, como el cáncer. Los oncólogos estiman que los diagnósticos cayeron un 21% en la primera ola.
“Cuando bajen las aguas, va a emerger todo lo que hay en el fondo”, afirma Barceló. “Habrá que cerrar muchos duelos que no se han podido cerrar durante la pandemia y el estado psicológico será fundamental. La población ha vivido un año terrible y algunos necesitarán ayuda para superarlo”, añade.
En clave personal
“Comí con un amigo el día 2; el 20 murió”
La pandemia ha sido una montaña rusa emocional, también para los encargados de gestionarla. Los consejeros guardan momentos reconfortantes, dolorosos y de rabia. “El 2 de marzo de 2020, quedé a comer con un amigo de la infancia. Falleció el 20 de ese mes”, lamenta el de Castilla-La Mancha. En un año de pocas alegrías, Jesús Fernández recuerda el primer día sin muertos por la epidemia. “Para mí fue muy importante. También el día que mi hija, que es médico, me dijo que ya estaba vacunada”.
La consejera valenciana tiene en la cabeza a un chico de 26 años. “No tenía patologías previas, pero no respondía a nada, los profesionales ya no sabían que hacer, se nos iba. Se nos abrió la posibilidad de un tratamiento experimental. Fuimos a Madrid, nos lo trajimos y logramos salvarlo. Es el momento más satisfactorio que he tenido”. García Comesaña rememora el alivio cuando el primer bebé de una infectada nació sin la enfermedad y también destaca la solidaridad de los trabajadores. “Fue muy emocionante cuando liberados sindicales se pusieron a disposición para echar una mano”.
La bandera de España de la plaza de Colón de Madrid a media asta como señal de luto. En vídeo, los siete consejeros de Sanidad reflexionan sobre la montaña rusa emocional que representó la pandemia para quienes la gestionaron.El consejero extremeño recuerda el alta de “un gran amigo médico” tras una larga estancia en la UCI y lo duro que fue ver “las secuelas neurológicas” en otro “con una capacidad impresionante hasta tener la covid”. Sara Alba cita a Jesús Gayoso, teniente coronel de los GAR (Grupo de Acción Rápida) de la Guardia Civil responsable del operativo para tratar de contener el primer brote de coronavirus en Haro. Entonces no había protocolos y los agentes entregaron en mano las primeras 22 órdenes de confinamiento domiciliario para garantizar las cuarentenas. Gayoso falleció de coronavirus 19 días después. Tenía 48 años.
Para la consejera de Castilla y León rabia es contemplar “dos mundos paralelos: la dureza dentro de los hospitales, con tantísima gente sufriendo, y las personas que seguían reuniéndose sin mascarilla”. García Comesaña comparte la indignación por las fiestas clandestinas. La pesadilla de su compañero en Castilla-La Mancha también tiene nombre: “los negacionistas”.
Lecciones aprendidas
“Ha sido una cura de humildad”
La consejera valenciana obtiene sus conclusiones: “Hemos aprendido que el mundo es vulnerable y tenemos que revisar nuestras prioridades, valorar cuánto estamos dispuestos a financiar la sanidad”. El consejero de Castilla-La Mancha coincide: “Cuidar al que cuida es irrenunciable. Tenemos que reforzar las plantillas, aumentar los presupuestos y darnos cuenta de que la inversión no puede ir solo a curar, sino también a prevenir”. Para el responsable del área en Extremadura es necesario invertir más en los profesionales y “transformar la salud pública con un gran centro dependiente del Ministerio de Sanidad. Los virus no entienden de estatutos de autonomía”.
“Ha sido una cura de humildad”, concluye el consejero cántabro. “Presumimos continuamente de tener uno de los mejores sistemas sanitarios del mundo y es cierto, pero la pandemia ha demostrado que no estábamos preparados. Necesitamos un esfuerzo económico mayor y ponernos al nivel de otros países europeos”.