La Educación es la que marca la frontera entra la pobreza y la riqueza de un país

El drama de las ciudades andaluzas donde más del 60% de los adultos no trabaja

Andalucía concentra 14 de las 16 ciudades con menor ocupación de España. La baja inversión en educación las condena a sufrir al menos otra generación de pobreza y precariedad
Foto: La Línea de la Concepción es uno de los municipios más deprimidos de España. (D.B.)
La Línea de la Concepción es uno de los municipios más deprimidos de España. (D.B.)
Autor: Javier G. Jorrín,

Levantarse para ir a trabajar en Linares (Jaén) es casi un milagro. La ciudad se mantiene (a duras penas) con poco más de un tercio de su población adulta ocupada. El resto, casi dos de cada tres personas, están paradas, jubiladas o directamente inactivas por haber perdido cualquier esperanza de encontrar un empleo. La situación es dramática y, aunque ha mejorado algo en los últimos años, ya ha pasado el mejor momento de la recuperación y no se ha superado el drama del mercado laboral.

Linares es una de las cuatro ciudades españolas que tienen más de un 60% de la población sin trabajar. Son Cádiz, La Línea de la Concepción y Granada. En una situación muy parecida se encuentran Jerez, Córdoba y Sanlúcar de Barrameda, por encima del 59%, según los últimos datos sobre Indicadores Urbanos del INE. Todas ellas tienen un punto en común: son ciudades andaluzas, lo que muestra los malos resultados de las políticas económicas adoptadas en la región.  

1 Linares Andalucía
63,5%
2 Cádiz Andalucía
62,2%
3 La Línea de la Concepción Andalucía
60,7%
4 Granada Andalucía
60,4%
5 Jerez de la Frontera Andalucía
59,9%
6 Córdoba Andalucía
59,5%
7 Sanlúcar de Barrameda Andalucía
59,1%
8 Huelva Andalucía
58,1%
9 Talavera de la Reina Castilla-La Mancha
58,0%
10 San Fernando Andalucía
57,9%

De las 16 ciudades con menores niveles de ocupación, 14 están en Andalucía. Las dos restantes son Talavera (cuya situación es muy parecida) y Ferrol, la ciudad más envejecida de España con un 28% de la población mayor de 65 años. Es evidente que ninguna sociedad puede mantenerse con solo un 40% de su población adulta trabajando. En este caso no es diferente, y en estas regiones las transferencias sociales del resto del territorio evitan que los niveles de pobreza sean incluso superiores a los que ya existen. Pero no evitan el drama y no son la solución para mejorarlo en el futuro.

Javier G. Jorrín

Estas ciudades, salvo Cádiz, no están envejecidas, por lo que el bajo nivel de ocupación no se debe a que haya muchos jubilados. El problema es mucho más sencillo: no hay empleo. En Linares, por ejemplo, la tasa de paro (sobre población activa) supera el 32,8%. Se trata del nivel de desempleo más alto de España y explica por qué apenas un 36% de las personas mayores de 16 años está trabajando.

En todas estas ciudades andaluzas la tasa de paro supera el 25%. Una cifra que contrasta con la de las ciudades con mayor renta. Sant Cugat del Vallés apenas tiene un 6,2% de paro y Pozuelo de Alarcón un 6,4%, esto es, una quinta parte que Linares.

El problema de fondo es el bajo nivel educativo, que impide a estas ciudades acumular capital humano para prosperar en el futuro

La recuperación económica ha mejorado ligeramente la situación de todas estas ciudades andaluzas, pero todavía están muy lejos de salir de la crisis. En realidad, se trata de regiones deprimidas estructuralmente, que han mostrado niveles de desempleo superiores al 25% a lo largo de las últimas décadas. El problema de fondo es el bajo nivel educativo, que impide que estas regiones puedan acumular capital humano para prosperar. Están condenadas a ir varios pasos por detrás del resto del país.

[Linares, donde las banderas piden trabajo y futuro]

En La Línea de la Concepción el 56% de la población entre 25 y 64 años tiene, como mucho, formación en el primer ciclo de la educación secundaria (ESO). Esto no solo significa que su nivel formativo sea muy bajo, sino que, además, no tienen ninguna especialización. De esta forma, sus posibilidades de encontrar un empleo estable se reducen a casi cero.

No es la inmigración, es la educación

Intuitivamente puede parecer que uno de los problemas de estas ciudades andaluzas es la cantidad de población inmigrante, sin embargo, la realidad desmonta esta hipótesis. Aunque existe una gran disparidad, la tendencia marca claramente que las ciudades con mayor nivel de ocupación son aquellas en las que viven más ciudadanos nacidos fuera de España. Es normal que así sea, ya que las regiones con más empleo atraen a más población que, a su vez, dinamiza la demanda y el crecimiento.

Javier G. Jorrín

En La Línea de la Concepción hay un 9,8% de habitantes nacidos fuera de España, muy lejos de la media nacional, que está en el 13,3%. Pero es que hay otras ciudades andaluzas con resultados académicos muy malos que apenas tienen inmigración. En Sanlúcar de Barrameda, donde solo hay un 2% de población nacida fuera de España, el 65% no ha pasado de la ESO. Estas ciudades están obligadas a subsistir con un capital humano muy bajo, lo que complica que puedan atraer algún tipo de inversión empresarial y hunde los niveles de emprendimiento.

El número de años que un niño ha estado escolarizado en educación infantil influye positivamente en sus capacidades

Pero el verdadero drama de estas ciudades es que la escasez de recursos limita la inversión en educación, lo que amenaza con condenar a otra generación a la precariedad. Estas ciudades se sitúan entre las que tienen un menor nivel de escolarización en guarderías de niños de hasta cuatro años. Diversos estudios en España han demostrado que la escolarización temprana mejora los resultados académicos. Uno de los ‘papers’ más importantes al respecto, publicado en la revista del Ministerio de Hacienda, concluía que «el número de años en que un niño ha estado escolarizado en educación infantil influye positivamente en las capacidades cognitivas y no cognitivas con que este accede a la educación obligatoria».

Todas estas ciudades con malos resultados laborales se encuentran entre las que tienen menores tasas de escolarización hasta los cuatro años. En La Línea y Sanlúcar hay menos de un 50% de los niños en guarderías, más de 12 puntos por debajo de la media nacional. La precariedad con la que viven las familias obliga a esta situación que parece inocua pero no lo es. Muchos hogares tienen al menos un adulto en paro, por lo que se encargan de cuidar a los niños. Además, el bajo nivel de ayudas públicas para la escolarización previa a la educación obligatoria hace que mandar a los niños a guarderías sea un lujo que no pueden permitirse.

[España se rompe, pero por el empleo]

De ahí que la inversión en educación sea la principal política pública que pueda aplicarse en estas regiones para luchar contra el desempleo. Es cierto que esto podría acelerar la despoblación, como se ha demostrado en otros países, ya que al mejorar la formación de los jóvenes, aumenta la propensión a la emigración. Sin embargo, es básico elevar el capital humano en todas estas zonas.

Los resultados formativos están directamente relacionados con la inversión en educación y Andalucía tiene la más baja de España. Así lo muestra el estudio de la Fundación BBVA y el Ivie, Diferencias Educativas Regionales: el gasto por alumno (público y privado) de Andalucía apenas alcanza los 5.556 euros, el peor de todas las comunidades autónomas. Los bajos niveles de renta en la comunidad explica que tenga menos recursos para invertir, lo que condena su futuro. De ahí que sea tan importante para estas regiones contar con la solidaridad de otros territorios más ricos para lograr una educación de mayor calidad, que no es otra cosa que fomentar la igualdad de oportunidades.

[El envejecimiento frenará la productividad y los salarios]

Cuando el capital humano es bajo, también lo es su productividad y esto siempre se extiende a los salarios. En último término, la retribución va en línea con el valor añadido, y si es reducido, es muy complicado esperar que la situación de los hogares pueda mejorar. Esto significa que en todas estas ciudades no solo hay pocos empleos, también están mal remunerados.

Con esta estructura social, los únicos sectores viables son los que no requieren formación, esto es, los que generan menor valor añadido: hostelería, construcción y agricultura. Por ejemplo, en La Línea hay más trabajadores en la agricultura (10,6%), que en la industria (8,6%). Y lo mismo ocurre en Granada, Jerez, Córdoba, Huelva… En Sanlúcar la brecha es especialmente grande, ya que hay más del doble de trabajadores en la agricultura (el 18,7%) que en la industria (el 8,7%).

Además del bajo nivel de capital humano, estas ciudades andaluzas tienen otro factor en contra: se sitúan en la esquina más alejada del centro del continente. Por muy buenas que sean las infraestructuras de transporte en España, Cádiz está muy lejos de los polos de consumo de España y Europa. Estos dos factores juntos contrarrestan los efectos positivos sobre la competitividad de los bajos salarios de Andalucía. Al final, las empresas encuentran más costes que beneficios en estas regiones, lo que explica por qué los niveles de inversión que atraen son tan bajos. En este entorno, el drama del 60% de los adultos sin trabajo amenaza con extenderse durante décadas.

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