A sus 71 años Visitación Gracia, Visi, se acaba de estrenar compartiendo piso con desconocidos. Vive desde hace un par de meses en su apartamento del barrio madrileño de Prosperidad con dos venezolanos jóvenes a los que conoció en Badi, una aplicación de teléfono que funciona como un “Tinder de los compañeros de piso”.
Visi cuenta que lo hace por necesidad. Tiene una buena pensión pero le pasa dinero a uno de sus hijos. “¿Qué jubilado no tiene un familiar al que ayudar?”, dice Visi, que ve lo de compartir piso como un signo de los tiempos que corren.
La popularidad de Badi entre los mayores ha tomado por sorpresa a los creadores de la aplicación. Cuando fue lanzada en 2015 tenían en mente el mercado millennial de jóvenes estudiantes o con bajos salarios. Ese es el público que aparece en sus anuncios del metro o los autobuses de Madrid o Barcelona, pero en su última campaña publicitaria ya aparecen personas de todas las edades. “Algunos dicen que no tienen edad para esto y otros siguen siempre actualizados”, dice el último anuncio televisivo de la compañía. Una señora madura saca la lengua para un selfie junto a otro chico más joven en las imágenes del spot.
A diferencia de otras páginas para compartir piso, Badi conoce la edad de los usuarios porque la introducen al registrarse. Por ello esta app con más de 1,5 millones de usuarios registrados en Europa es un termómetro que indica que esta forma de vida ya no es solo cosa de jóvenes. Su big data indica que el 7,5% de su oferta en Madrid y Barcelona viene de pisos de personas entre 51 y 65 años.
“Pensábamos que el 100% del público sería joven pero claramente no ha sido así”, dice Ignasi Giralt, el director general en España de Badi. “Cada vez hay más público mayor de 35 años”. La media de edad de los que ofertan habitaciones es de 33 años y la de los solicitantes, de 30. Un 21% de usuarios en Madrid y Barcelona tiene entre 35 y 45 años.
Alquileres por las nubes
Giralt explica que parte de la popularidad de Badi se debe a la subida de los precios del alquiler en las ciudades que hacen imposible para muchos alquilar solos o comprar una vivienda. El alquiler medio ha subido en Madrid 319 euros en cuatro años pero los salarios apenas han crecido.
El responsable de Badi también cree que el fenómeno se explica porque la vida moderna exige flexibilidad y se han roto prejuicios sobre esta alternativa. Hay un cambio de fondo que apunta Giralt que parece aún más poderosa: la población urbana no deja de crecer. Hoy el 55% de la población mundial vive en ciudades y en 2050 la ONU prevé que crezca al 68%. Así las cosas, compartir piso sería cada vez más la única opción para muchos.
A los mayores les mueven motivos económicos y la necesidad de compañía. Visi, que ha tenido una vida cómoda como ejecutiva de una farmacéutica, dice que sus amigas la ven como un bicho raro. En España compartir piso sigue siendo visto “de necesitados”, explica ella. Tiene una pared del salón de casa llena de fotografías familiares, en la nieve de esquiadora o en bodas y otras celebraciones.
Para sus compañeros de piso venezolanos no había muchas alternativas a compartir vivienda. Son dos médicos llegados a España hace nueve meses que no pueden dedicarse a lo suyo porque el proceso de homologación de títulos extranjeros es lento. Les llama la atención que en España se gana poco para lo cara que está la vida. “Se te va un tercio del alquiler en el piso. Es una locura”, dice Liseth Quintero, de 24 años. Ella y su esposo Reynaldo Homen, de 25, le pagan 600 euros a Visi por una habitación.
Ellos conocieron Badi por otros amigos de su país que se han instalado en España. A Visi le ayudó a descargar la aplicación la chica que cuidaba de su tía, “toda una experta en eso de manejar el teléfono”. Cuenta que le llegaron muchas solicitudes hasta que dio con Liseth y Reynaldo.
“Me enamoré de ellos”, dice ella, agradecida con la app que comparan con Tinder, la famosa app de citas. El nombre de Badi procede de la palabra buddy, amigo en inglés.
«Vivir dignamente»
En Madrid, donde residen 1,2 millones de mayores de 65 años (un 18% de la población), están surgiendo nuevas alternativas económicas para que los mayores compartan piso. Una opción nueva es el programa Hogar y Café de la Fundación Pilares, destinado para mayores con recursos limitados.
El programa, financiado por la Comunidad de Madrid, surgió este año tras un estudio de dicha fundación, que detectó una dificultad de los mayores más pobres para encontrar vivienda. En la región la pensión de jubilación media era en 2017 de 1.263 euros y la de viudedad, de 737 euros, según el Instituto Nacional de Estadística. El precio medio de un alquiler en la región es 1.124 euros según Idealista para una vivienda de 76 metros cuadrados, el tamaño medio de las que se anuncian en ese portal.
La idea de Fundación Pilares es que los compañeros de piso sean de la misma generación. Por ahora el programa está en la fase de entrevistas y se anuncia en centros de mayores de Madrid. “Compartir piso es la opción que le queda a muchos mayores que quieren seguir viviendo dignamente”, dice Conchi García, coordinadora de la iniciativa.
La soledad es otro de los problemas identificados por la Fundación Pilares. En el estudio previo al programa los entrevistados también se quejaban de la falta de apoyo comunitario. «Antes se vivía mucho con los vecinos. Ahora a los vecinos no los conoces», se queja una madrileña en un testimonio anónimo recogido para el informe.
Varios de los interesados en ese programa son jubilados a los que les cuesta pagar un alquiler con su pensión. Es el caso de Consuelo Vicente, de 64 años, que reside en Malasaña y que “como a todo el mundo” en el céntrico barrio de Madrid le han subido mucho el alquiler. “Como las pensiones no son muy allá viene bien unir los recursos y además tienes compañía”, dice esta mujer, que está esperando que el programa le asigne unos posibles compañeros de piso.
Para muchos compartir piso con extraños será una novedad. Visi la usuaria de Badi, lo ve como una aventura. “¿Quién me lo iba a decir?”, dice risueña. “¡La de vueltas que da la vida!”.
La misión imposible de alquilar “barato”
EL PAÍS / EP
Basta una búsqueda online para constatar lo complicado que es hacerse con un alquiler de los más bajos. Ayer, de 13.595 viviendas en alquiler de al menos 40 metros cuadrados en los 21 distritos de Madrid, solo 29 (el 0,21%) se ofertaban por menos de 600 euros.
El alquiler en la ciudad sigue al alza, aunque se ralentiza. El precio medio del metro cuadrado de vivienda en alquiler subió entre abril y junio un 1,9% en Madrid, en comparación con el mismo trimestre del año anterior, según Idealista. Entre las Comunidades más caras para alquilar se encuentran Madrid y Cataluña, con un precio medio por metro cuadrado de 14,8 euros y de 14,3 euros, respectivamente.
En el caso de Madrid, la demanda de vivienda también está trasladándose a otros municipios de la región. Las empresas que miden precios de venta y alquiler han constatado subidas notables en municipios donde las rentas son elevadas como Boadilla o Majadahonda, pero también en los del sur, como Getafe o Aranjuez. En la capital, distritos como Villa de Vallecas, Usera o Villaverde experimentan subidas de dos dígitos con respecto al último año, según las sociedades de tasación y portales inmobiliarios.