A finales del siglo XIX, Joseph Pulitzer y William R. Hearst fueron los encargados de llevar a los quioscos las primeras publicaciones denominadas “amarillistas”. La prensa amarilla daba un toque sensacionalista a sus artículos, buscando vender más ejemplares. ¿Y si aquellos magnates de la comunicación conocieran el efecto viral que tiene el sensacionalismo en el siglo XXI?
5 bulos de Internet en los que has caído alguna vez
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Lo escandaloso, lo impactante, lo increíble, vende. En la era de Internet y de las redes sociales, el sensacionalismo ha encontrado una vía exponencial para su difusión: las llamadas “fake news”. Este término comenzó a popularizarse en las elecciones estadounidenses de 2016, pese a que su origen se remonta al siglo VI y a las informaciones falsas del historiador bizantino Procopio de Cesarea. Las fake news son noticias falsas que se difunden y que el usuario no verifica y comparte por su atractivo o impacto.
Mientras leía vuestra carta conseguía olvidar mi infeliz estado, y me parecía volver a aquellos manejos en los que en vano invertí tantas fatigas y tiempo. (Nicolás Maquiavelo, 29 de abril de 1513)
El esquema parece repetirse una y otra vez a lo largo de la historia: alguien movido por la ambición personal o por el deseo de ver hechas realidad las ideas sobre las que ha teorizado se mete en la arena política, gracias a su talento logra ascender en la jerarquía, aproximándose cada vez más a ese poder que tanto ansía y le deslumbra, hasta que cual Ícaro ascendiendo al Sol o polilla que se acerca demasiado a la bombilla termina siendo achicharrado sin piedad. Entonces, derrotado políticamente, renegado por sus antiguos aliados, expulsado de su cargo, partido, ciudad o país, encarcelado o hasta condenado a muerte, recapacita en sus últimos días sobre qué es lo que ha fallado, qué hubiera cambiado de tener una segunda oportunidad o incluso sobre qué sentido tiene todo: la política, el poder, los ideales, la libertad, la vida misma. Podría decirse que una parte considerable de la literatura, teoría política y filosofía occidental son los restos de una larga serie de naufragios personales. ¿Por qué? ¿Cuánto hay de causa o de consecuencia? ¿Fracasaron como políticos por pensar demasiado o fue ese fiasco el que los dejó meditabundos? Decía Eurípides que los sabios tienen dos lenguas, con una dicen la verdad y con la otra lo que conviene a cada momento, ¿acaso les sobraba una de las dos para medrar en la política? Quizá un breve repaso de alguno de los nombres más significativos nos ayude a entenderlo. Continuar leyendo «La Política es ejecutiva y no intelectual»
La música pop ya lo advirtió: ojo con ser engullidos por la paranoia tecnológica
Como si se tratase del reflejo sonoro de series como ‘Black Mirror’, músicos como Arcade Fire, U.S. Girls, St. Vincent, Tracey Thorn, Kendrick Lamar o Tune-Yards alertan de la creciente demencia en que Internet y las redes sociales nos tienen sumidos
“He visto tu página, qué bonita tu nueva vida, un montón de likes y una encantadora nueva esposa… ¿cotilleas mis fotos solo para saber que estoy bien? Aunque sea con desinterés o remordimiento… me hubiera encantado que te desvanecieras sin dejar rastro, pero ahora tengo tu cara por todas partes… “ Lo canta Tracey Thorn en Face, el gran baladón de su último álbum (Record, 2018), oda al invasivo —y a veces devastador— postureo de las redes sociales, cuyo título es trasunto directo de Facebook, la red de redes: el gran patio de vecinos —no siempre bien avenidos— en el que casi todos andamos inmersos desde hace ya más de una década. El de la mitad femenina de Everything But The Girl es tan sólo uno más de los muchos reflejos que la ansiedad hacia la sociedad de la sobreinformación, la cibertecnología y las redes sociales tienen ahora mismo en la música pop.
https://youtu.be/5ELQ6u_5YYM
El vivir permanentemente enganchados a dispositivos móviles, ligados cada vez con más ahínco a una brecha en nuestra privacidad que las redes pueden convertir en tragos más que amargos, a veces con tintes de pesadilla (que le pregunten a Mikel Izal, quien estos días ha vivido una experiencia propia de Hated In The Nation, el último capítulo de la tercera temporada de Black Mirror), está logrando que los relatos distópicos acerca de un futuro inminente de tinte apocalíptico se multipliquen como setas, concitando el interés de un público que se engancha a esas historias con el adictivo desasosiego de quien sabe que le están hablando de una situación palpable, con visos de realidad. Más cercana de lo que parecía hace solo unos años. Series como Altered Carbon o The Handmaid’s Tale o películas como Nerve se hacen eco de esa espeluznante sombra. Y era cuestión de tiempo que el pop y rock también encontraran su hueco para expresar ese mal rollo, tan inherente a los tiempos que vivimos.
Es curioso que, mientras la propia Black Mirror se nutría de clásicos de la música popular (Irma Thomas, The Smiths, Ricky Nelson) y de piezas instrumentales que músicos como Sigur Rós, Clint Mansell (Nine Inch Nails) o Geoff Barrow (Portishead) iban haciendo por encargo, se iba alimentando paralelamente una saga de discos y canciones que lidian con esa sombría realidad. Al paso que vamos, las distopías futuras van a tener —de sobra— quien les cante. Darían para más de una banda sonora. Son álbumes y canciones que toman el relevo —desde un enfoque más actual, claro— a Video Killed The Radio Star (Buggles), Paranoid Android (Radiohead) o Everyday Robots (Damon Albarn), por solo mencionar tres profecías distantes entre sí en el tiempo.
Claves para que Barcelona destaque en Inteligencia Artificial
No sólo tiene que ser una ciudad emprendedora sino también convertirse en un hub de investigaciónLa inteligencia artificial, clave para el futuro de la economía
Esther Lanaspa, Montreal
El ecosistema de Barcelona es reconocido y atrae inversión. Sin embargo, para destacar en el desarrollo de esta tecnología e invertir en el futuro, Barcelona necesita no sólo ser una ciudad emprendedora, sino también convertirse en un hub de investigación.
En 2017 el ecosistema de start-ups digitales de Barcelona se consolidó como uno de los más potentes de Europa
En 2017 el ecosistema de start–ups digitales de Barcelona se consolidó como uno de los más potentes de Europa: la ciudad es el quinto hub tecnológico europeo por volumen y atrae talento y emprendedores gracias a su dinamismo, infraestructura y calidad de vida. Respecto a la inteligencia artificial (IA), en la Declaración de Barcelona del año pasado, expertos y emprendedores europeos reclamaron prudencia y sugirieron que la futura Agencia Europea para la Robótica y la IA ejerciera un rol ético en la materia.
Los recientes sucesos en los que se ha visto implicada Facebook justifican esta reserva. Sin embargo, también han evidenciado los beneficios y la importancia que la IA tiene para el futuro de la economía y la necesidad de invertir en formación y en una red de laboratorios a nivel europeo.
Ya no hay ‘revolución de las sonrisas’, que se guardan para ‘los nuestros’
La socióloga Helen Fein (1934), experta en genocidios, acuñó el concepto «universo de las obligaciones» para explicar el funcionamiento de los círculos de personas que establecen obligaciones recíprocas entre ellas, delimitando el territorio dentro del cual se pueden plantear las cuestiones morales y, por exclusión, los que no forman parte de ese círculo. El vínculo se establece a partir de criterios como raza, territorio, religión, etcétera.
El Holocausto es un ejemplo de por qué los alemanes que se definían como puros (100% alemán) no incluían a los judíos en su universo de obligaciones (una exclusión que no presupone necesariamente odio específico, aunque tampoco simpatía; simplemente no son ‘de los nuestros’), lo que acabó en una actitud pasiva (‘no es mi problema’) frente a la liquidación sistemática de judíos. Y eso en un contexto en el que, como señala Zygmunt Bauman en ‘Modernidad y Holocausto’, el pueblo alemán no era más antijudío que muchos de sus vecinos.
En el mortal atentado de la Rambla se estableció esa frontera. Era un ataque a nuestros valores occidentales (democracia, tolerancia, etcétera). Por eso la matanza de Al Qaeda el 14 de agosto (tres días antes del atentado de Barcelona) en Uagadugu, capital de Burkina Fasso, donde unos terroristas ametrallaron a los clientes de un restaurante dejando a sus espaldas 18 muertos (casi todos negros y musulmanes), pasó desaperciba: estaban fuera de nuestro universo.
Vayamos ahora al referéndum del 1-0, un proceso avalado por una colectividad amplia cuyo ‘universo de obligaciones’ se establece, simplificadamente, a partir de que es catalán quien ‘se siente catalán’ y acepta el relato de la catalanidad (subyugada por España).
En la medida en que en los últimos tiempos ese universo se ha consolidado, los que quedan fuera por no compartir el relato han ido creciendo en diversidad. Y no nos engañemos: Rajoy y los suyos son obviamente parte del problema, pero no son el problema. Hoy, y después de las últimas dimisiones forzadas en el campo soberanista, se impone un relato sin fisuras, quedando los que no lo comparten fuera del universo de las obligaciones. Y a partir de ahí lo que pueda pasarles resulta indiferente porque no son ‘de los nuestros’. Por eso, cuando los alcaldes contrarios al 1-0 se quejan del acoso que sufren, se les dirá que ese acoso y sus consecuencias presentes o futuras van con el cargo. Aquí ya no hay ‘revolución de las sonrisas’, que se guardan para los nuestros o para los que sin serlo respetan lo nuestro, como es el caso de Arnaldo Otegi, al que se acostumbra a recibir por estos lares como adalid de la democracia, o el de Suso de Toro, novelista gallego indescifrable, que ha dejado dicho que «los catalanes saben que son más cultos y cívicos que la media española y por eso tienen que disimular cuando van a Madrid».
En mi opinión, y ojalá me equivoque, en Catalunya no se está debatiendo sobre democracia plural. Se debate, fundamentalmente, sobre democracia identitaria, que no es lo mismo.
El pensamiento antiespañol (y anti PSC y todos los que no sea él y los suyos) de Quim Torra, a través de sus artículos
El nuevo ‘president’ ha firmado varios textos cargando contra los españoles y la lengua castellana
El Periódico,
El presidenciable Quim Torra, durante su discurso de investidura. / LLUIS GENÉ (AFP)
Además de una cascada de tuits incendiarios, el presidente electo de la Generalitat, Quim Torra, dejó negro sobre blanco en varios artículos de prensa un furibundo pensamiento antiespañol. Fragmentos de algunos de ellos han sido leídos por portavoces de la oposición en el debate de investidura.
Por ejemplo, el 13 de mayo del 2011 arremetió en el mismo medio contra los socialistas catalanes en un artículo titulado ‘El PSC y la cabra catalana‘:
«La última vez que se vio un ejemplar de socialista catalán ya hace muchos años, a mediados de los 70 del siglo pasado. Tenía nombre, llamado Josep Pallach. De hecho, la raza del socialista catalán, que durante la República contó con un rebaño considerable, y unos nombres de prestigio como Serra i Moret o Rafael Campalans, había entrado en un proceso de decadencia ineluctable, con la mezcla con la raza del socialista español. Las esperanzas puestas en el ejemplar Josep Pallach, desgraciadamente, se vieron frustradas por una muerte prematura. Aquello aceleró el final. Los cruces con la raza del socialista español fueron aumentando y aumentando hasta llegar a mutar el propio ADN de los autóctonos. Hoy nada es más igual a un socialista catalán que un socialista español. La vieja y honorable raza del socialista catalán se dará por extinguida, aunque, de manera totalmente acientífica, haya ciertos individuos que se reclamen continuadores […] El PSC, sencillamente, ha desaparecido de la comunidad catalana. Por ello es urgente que Slow Food se ponga a trabajar de manera inmediata. Difícil, pero nunca se sabe si todavía podríamos encontrar un ejemplar de socialista catalán momificado del que pudiéramos aprovechar algo».
El 19 de diciembre del 2012, escribió en el diario digital ‘El Món’ lo siguiente bajo el título ‘La lengua y las bestias’:
«Ahora miras a tu país y vuelves a ver hablar a las bestias. Pero son de otro tipo. Carroñeros, víboras, hienas. Bestias con forma humana, sin embargo, que destilan odio. Un odio perturbado, nauseabundo, como de dentadura postiza con moho, contra todo lo que representa la lengua. Están aquí, entre nosotros. Les repugna cualquier expresión de catalanidad. Es una fobia enfermiza. Hay algo freudiano en estas bestias. O un pequeño bache en su cadena de ADN. ¡Pobres individuos! Viven en un país del que lo desconocen todo: su cultura, sus tradiciones, su historia. Se pasean impermeables a cualquier evento que represente el hecho catalán. Les crea urticaria. Les rebota todo lo que no sea español y en castellano. Tienen nombre y apellidos las bestias. Todos conocemos alguna. Abundan las bestias. Viven, mueren y se multiplican. Una de ellas protagonizó el otro día un incidente que no ha llegado a Catalunya y merece ser explicado, como un ejemplo extraordinario de la bestialidad de estos seres. Pobres bestias, no pueden hacer más […] Pero ¿por qué hay que movilizarse cada vez? ¿Cuando acabarán los ataques de las bestias? ¿Cómo podemos en 2008 aguantar tanta vejación, tanta humillación y tanto desprecio?».
No estamos ante una suerte de Tercera Revolución Industrial. Las máquinas ‘inteligentes’ han hecho desaparecer modelos de negocio. Habrá que administrar racional y democráticamente el trabajo, un bien escaso
Un nuevo orden económico con serias consecuencias para el empleo se ha instalado entre nosotros sin que las autoridades europeas, por descontado tampoco las españolas, ni las patronales ni los sindicatos parezcan haberlo comprendido. Incluso en Estados Unidos, cuna y eje del desarrollo digital, están disparadas las alarmas. Las sinergias que se derivan del desarrollo de las ingenierías del software, robótica, telecomunicaciones y microelectrónica, han creado memorias más rápidas y baratas, mayor movilidad y ubicuidad de la información, máquinas inteligentesque combinadas con otras ramas del conocimiento como la medicina o la climatología, por ejemplo, han generado todo un universo nuevo: el de la digitalización. Un universo que, como ocurriera en su día con la electricidad, embebe los hábitos humanos y condiciona la cantidad y la calidad del empleo. Más que la sustitución del hombre por la máquina, es la aparición de nuevos productos y costumbres los que asolan muchos empleos.
Las implicaciones y preocupaciones de este nuevo orden han dejado de ser preocupaciones exclusivas de los tecnólogos. Los economistas finalmente les prestan atención (ForeingAffairs, julio-agosto; The Economist, 4 de octubre) y ya aceptan que el optimista principio de la “destrucción creativa de empleos” no se cumple esta vez. La pérdida de empleos provocada por la digitalización no encuentra contrapartida con la creación de otros que equilibrarían la balanza. Ni siquiera las startup, tan pregonadas como fuentes de empleo, funcionan
Si algo ofrecen las nuevas tecnologías aplicadas a las finanzas son facilidades de pago: con tarjeta, desde el ordenador, desde el móvil, de móvil a móvil, de manera instantánea, utilizando tecnología blockchain, cargándolo a la factura del operador… El negocio de canalizar los pagos diarios de millones de usuarios de servicios digitales y aplicar comisiones es uno de los principales y más rentables de la banca (entre un 20% y un 30% de sus ingresos) y quienes intermedian, como los emisores de tarjetas de crédito. Gracias a la digitalización de la economía, también es un ecosistema -tal y como se define en el ámbito bancario- cada vez más poblado.
Aunque lo cierto es que el empeño de autoridades, bancos e intermediarios es reducir a cero la circulación de efectivo, el pago en moneda contante y sonante es una costumbre muy arraigada. En 2017 los cajeros automáticos entregaron efectivo por valor de 122.743 millones de euros, un 3% más que el anterior. La operación media de extracción, según el Banco de España, ascendió a 131 euros, que son seis euros más que en 2015, el último año en el que los españoles utilizaron más el efectivo que la tarjeta para pagar. Desde entonces, la brecha entre el abono efectivo y el electrónico se ha ensanchado hasta los 13.000 millones de euros actuales.
De ben segur tenen raó aquells independentistes que, en defensa del nou president de la Generalitat, acusen els diferents opinadors de simples, reduccionistes i exagerats alhora de publicar comparacions entre els processistes d’avui i els moviments feixistes dels anys trenta del segle passat. D’aquesta manera aconsegueixen dissimular les actituds del president, del passat i del present, hiperventilades i que ratllen la xenofòbia i el supremacisme.
Ara bé, val la pena aturar-se un moment a pensar perquè uns són tant insistents en fer les comparacions amb el feixisme i perquè altres les neguen amb tanta vehemència.
Mario Bunge presenta en este texto el libro que repasa la concepción de la tecnología a lo largo de la historia y se relación con la cultura, la ciencia y la política
El que usted esté leyendo estas líneas indica que el tema le interesa y que lo que ha leído hasta ahora sobre él no le alcanza. Esto no es de extrañar, porque los primeros estudios serios sobre la tecnología aparecieron recién en el siglo pasado, y ninguno de ellos basta. Por ejemplo, el título de la principal revista sobre el tema, Technology and Culture, fundada en 1959, sugiere que la tecnología interactúa con la cultura, cuando de hecho es uno de los dos motores de la cultura contemporánea (usted ya sabe cuál es el segundo).