El futuro sostenible pasa por un transporte autónomo, eléctrico y compartido
El modelo de movilidad en España afronta dos grandes retos: la congestión y la contaminación. Los expertos nos cuentan qué alternativas tendrán más éxito
Autor: Natalia Lázaro Prevost,
Para acercarnos al modelo de movilidad sostenible que los expertos están diseñando para España, hemos reunido a referentes del sector en una mesa redonda sobre esta temática organizada por El Confidencial. En esta ocasión, han estado presentes Luis Gordo, director de Smart Cities Services de Acciona; Jaime Aldama, director de Financial Advisory de Deloitte; Mariano González, comisionado del Gobierno para el Cambio Climático de la Comunidad de Madrid; Arturo Pérez de Lucia, director gerente de la Asociación Empresarial para el Desarrollo e Impulso del Vehículo Eléctrico (Aedive); Mª Eugenia López Lambás, subdirectora del Centro de Investigación del Transporte TRANSyT de la Universidad Politécnica de Madrid, y Manuel Álvarez, socio director de Kineo Mobility Analytics.
Han coincidido en que la relación entre movilidad y medioambiente pasa por promover el transporte público y las nuevas formas de movilidad compartida con vehículos eléctricos como el ‘carsharing’ o ‘motosharing’. También que, para evitar los atascos, es necesario hacer una gestión inteligente del tráfico aprovechando las herramientas que las nuevas tecnologías ponen ya al alcance de las administraciones públicas y las empresas concesionarias de grandes vías. Sobre el futuro del vehículo privado, Luis Gordo recuerda, a modo de resumen de este encuentro, que la base sobre la que construir ese futuro “pasa por un transporte autónomo, conectado, eléctrico y compartido, porque la combinación de estos cuatro factores es la que va a permitir que sea más sostenible”.
Ahorrar y contaminar menos
España aspira a que en 2020 haya aproximadamente 110.000 vehículos eléctricos, aunque, de momento, en 2017 no llegamos ni a los 9.000. Los países nórdicos son líderes en cuota de mercado de coches eléctricos, según la Agencia Internacional de la Energía (AIE). Sin embargo, los expertos aseguran que este 2018 será un año clave para impulsar la movilidad eléctrica en nuestro país, ya que está prevista la aprobación en julio del programa de subvenciones para la adquisición de vehículos con energías alternativas (Plan VEA), con una dotación de 16,6 millones de euros.
Según Arturo Pérez de Lucia, tenemos dos grandes problemas: “Por un lado, la contaminación medioambiental y acústica y, por otro, la congestión. El coste y el tiempo son las dos cuestiones que tenemos que resolver con la movilidad eléctrica, para que el ciudadano se pueda mover mejor por las ciudades. Los servicios de movilidad como el ‘carsharing’ o el ‘motosharing’ son el futuro de la movilidad urbana». El director gerente de la Asociación Empresarial para el Desarrollo e Impulso del Vehículo Eléctrico recuerda que «esto no significa que tengamos que demonizar el coche. Hasta ahora, el vehículo privado ha sido un elemento de estatus y el eléctrico ha venido para mandar un mensaje de racionalidad. Es cierto que en este momento tiene unas limitaciones, como son la carga y el aparcamiento, pero nos permite ir hacia un concepto de movilidad más inteligente donde los ciudadanos ahorren y contaminen menos”.
«El coche está para quedarse. Las ciudades tienen que seguir negociando con el vehículo privado y potenciando el servicio público». (Deloitte)
La homologación de las ventajas de los usuarios de vehículos cero emisiones es clave para posibilitar la rápida implementación de la nueva movilidad. En Madrid, los coches eléctricos emplean libremente el carril Bus-VAO y tienen aparcamiento gratuito. En Barcelona, tienen tarifas reducidas para el uso de los peajes. Aunque España está a la cola en cuanto a infraestructuras de recarga, otro beneficio clave es la fiscalidad. La Comisión Europea abrió la puerta a que los vehículos cero emisiones tengan un tipo de impuesto reducido en su adquisición con la exención del IVA, como ha hecho Noruega, el país número uno en implementación del coche eléctrico.
Pero ¿será fácil convencer a la gente de que renuncie a su vehículo privado? Los expertos aseguran que la clave del éxito se encuentra en la complementariedad. Jaime Aldama tiene claro que “el coche está para quedarse; las ciudades tienen que seguir negociando con el vehículo privado y potenciando el servicio público, que es la mejor manera de ser sostenibles”. Así lo ratifica Manuel Álvarez: “El coche propio no va a desaparecer en las ciudades, porque está en juego un aspecto que no vamos a dejar de valorar, la privacidad. Aun así, todavía no está muy claro cómo van a evolucionar los comportamientos sociales y si nos vamos a acostumbrar a ir hablando con gente desconocida en el coche”.
Para que esta complementariedad funcione, Mª Eugenia López Lambás remarca que “tiene que haber organización y voluntad política; lo difícil son los cambios de hábitos, y estos se tienen que provocar con una importante regulación y normativa». Para la subdirectora del Centro de Investigación del Transporte TRANSyT de la Universidad Politécnica, «las tecnologías y las nuevas formas de movilidad han irrumpido literalmente de una manera muy rápida en nuestras vidas. Todas son importantes y los ciudadanos necesitamos el impulso de las administraciones porque no hay una solución única, sino que todo pasa por la multimodalidad. Esta rapidez a veces ha provocado que los cambios vengan después y nos hemos encontrado con aceras invadidas por motos, bicicletas, etcétera”.
En este sentido, Arturo Pérez de Lucia insiste en que “debemos confiar que los cambios normativos no van a ser ningún caos, porque lo que se está haciendo es organizar las grandes ciudades españolas”. Por su parte, Luis Gordo explica que “los cambios no tienen por qué ser un problema si ofrecemos alternativas a los ciudadanos. Tenemos que estar pendientes de los cambios sociales que se produzcan. Pero hay una cosa que está clara, el buen transporte público que hay en ciudades como Madrid invita a esta complementariedad. No nos estamos enfrentando a una cuestión substitutiva”.
«La gente no cambia sus hábitos de un día para otro, responde más a un cambio cultural». (Comisionado del Gobierno para el Cambio Climático)
Las ‘smart cities’ —ciudades inteligentes— necesitan ‘smart citizens’ —ciudadanos inteligentes—. Por este motivo, Mariano González subraya que “los ciudadanos nos movemos en función de nuestro tiempo y confortabilidad. La gente no cambia sus hábitos de un día para otro, ni deja de utilizar el coche para coger el metro. Estos cambios responden a un cambio cultural del que tenemos que estar pendientes». González, socio director de Kineo Mobility Analytics, recuerda que «mirar los modelos de otras ciudades para buscar medidas para aplicar es difícil, porque se tienen que dar las condiciones de territorio para decidir qué iniciativas implementar. Tenemos que ir a un modelo donde confluyan la movilidad sostenible pero también la eficiencia y, en este proceso, las regiones tenemos la responsabilidad de mitigar los efectos del cambio climático haciendo frente a la contaminación local. Cada vez vivimos más en entornos urbanos y, sin duda, el referente es la movilidad eléctrica”.
Gestionar las infraestructuras
Las nuevas tecnologías también están ayudando a mejorar la forma de movernos. Manuel Álvarez avanza que el ‘big data’ está permitiendo la obtención de «nuevas fuentes de datos geolocalizados para la planificación del transporte. Proceden de telefonía móvil, datos GPS, etc., y están permitiendo sustituir o complementar encuestas y obtener información en mucho menos tiempo. Sin embargo, es cierto que falta dar el paso, avanzar un poco más, y utilizar estas nuevas fuentes de datos para mejorar la gestión del día a día de la movilidad y dar soluciones a tiempo real”.
A Jaime Aldama, director de Financial Advisory de Deloitte, no le cabe duda de que hacen falta más iniciativas inteligentes en los accesos de tráfico a las ciudades y menos iniciativas finalistas de transformación de infraestructuras que supongan prohibir. Lo resume así: “La infraestructura ya está completa y lo que se necesita es una gestión más inteligente. Hay que pensar mucho sobre las actuaciones que tengan que ver con creación o modificación de la infraestructura existente. Es mucho mejor gestionar bien lo que hay que modificar por modificar». Aldama concluye que «se necesita mucha más información e inteligencia aplicadas a la gestión, pensando que los ciudadanos son inteligentes y van a elegir la mejor manera de moverse, siempre y cuando tengan toda la información disponible para tomar una decisión al respecto”.