Aburridos y apenados como estamos por la bronca política, estos días sin embargo ha surgido un debate cultural que habrá hecho pensar a más de uno. Un debate que por desgracia puede que no vaya muy lejos, pero que a mí me ha dado esperanza. Errata Naturae, una de las editoriales independientes más interesantes de este país, ha publicado un texto, ‘Jinetes en la tormenta, animales en la cuneta’, que es mucho más que una declaración de intenciones. Es más bien una manera de estar en el mundo. En contra de la lógica del mercado pero a favor de la lógica de la razón y de la naturaleza, han decidido que durante unos meses no van a editar ningún título, que van a pararse.
“La tormenta acaba de desencadenarse, la última mutación del sistema capitalista apenas ha dado pistas de su nueva identidad, su nueva máscara, y, sin embargo, la gran mayoría de nuestro sector se apresta, parece incluso que con cierta ansia, a reanudar cuanto antes la actividad. Para finales de mayo, si no antes, se espera que las distribuidoras retomen los servicios de novedad y se publiquen nuevos libros. Aún en descomposición, la fuerza terminal del sistema resulta desconcertante…”, leemos en este manifiesto valiente y rebelde. Continuar leyendo «¿Los Libros Sirven para Pararse a Pensar? ¿Libros Qué son? ¿Pensar Qué és?»
La desigualdad, exacerbeda en las últimas décadas, es el tema del libro de Thomas Piketty. Samuel Sánchez
Para entender con todas sus consecuencias El capital en el siglo XXI, de Thomas Piketty, hay que aceptar en primer lugar que es algo más que un estudio económico-histórico sobre la desigualdad en el capitalismo realmente existente, por contraposición al capitalismo de laboratorio que se estudia en los asépticos textos de sus apologetas menos dotados. Pero aunque sólo fuera eso, es decir, un análisis de una de las semillas de la desigualdad económica, la aportación de Thomas Piketty ya sería notable. Porque quien esté preocupado por el pensamiento económico percibe que los economistas se ocupan mucho de las supuestas recetas para curar disfunciones sistémicas (paro, inflación, deflación, estancamiento, recesiones), pero se aproximan con más renuencia al problema crucial de la desigualdad, que es, como diría un comunicólogo hipster, «transversal» a todos los mencionados. Como en tantas otras ocasiones, la percepción puede no ser veraz; existen libros sobresalientes sobre la desigualdad (por ejemplo, Sobre la desigualdad económica, de Amartya Sen), pero o bien son formulaciones teóricas, o bien no han conseguido, por razones variadas, calar en una base amplia de lectores u opinantes. El capital en el siglo XXI, en cambio, se presenta como un libro construido para suscitar debate (ya lo ha hecho) en un amplio espectro de lectores. Ofrece una tesis aceptable sobre la desigualdad, fundada en abundante arsenal empírico, y, por tanto, es una oportunidad para instalar el problema en el debate político. Continuar leyendo «El pasado nos marca el futuro… ¿inexorablemente?»
Trabajadores en la cadena de montaje del modelo Mercedes-Benz S-class, en la factoría Daimler Powertrain, en la localidad alemana de Bad Cannstatt, cerca de Stuttgart. REUTERS/Andreas Gebert
¿Qué nos ha enseñado esta crisis? En primer lugar, que los seres humanos en el trabajo no pueden ser reducidos a meros «recursos». El personal médico y farmacéutico, el personal de enfermería, de reparto, de caja… todas esas personas que nos han permitido sobrevivir durante este periodo de confinamiento son la viva muestra de ello. Esta pandemia ha revelado también cómo el trabajo en sí tampoco puede reducirse a mera «mercancía». Los servicios de salud, atención y cuidados a colectivos vulnerables son actividades que deberíamos proteger de las leyes del mercado. De no hacerlo, correríamos el riesgo de acentuar aún más las desigualdades, sacrificando a las personas más débiles y necesitadas. ¿Qué hacer para evitar semejante escenario? Hay que permitir a los y las trabajadoras participar en las decisiones, es decir, hay que democratizar la empresa. Y hay también que desmercantilizar el trabajo, es decir, asegurar que la colectividad garantice un empleo útil a todas y todos. En este momento crucial, en el que nos enfrentamos al mismo tiempo a un riesgo de pandemia y a uno de colapso climático, estas dos transformaciones estratégicas nos permitirían no solo garantizar la dignidad de cada persona, sino también actuar colectivamente para descontaminar y salvar el planeta. Continuar leyendo «Manifiesto del Trabajo, Democratizar, Desmercantilizar y Descontaminar»
La pandemia corta en seco la remontada de la legendaria ciudad, icono de la gloria y la decadencia industrial americana, cuna de gigantes como General Motors pero con un 33% de su población pobre. La mayor crisis desde la Gran Depresión se ensaña con Michigan.
Jackie Victor contó a su padre en 1997 que iba a abrir un negocio y aquel abogado de Michigan se carcajeó. Después de tantos años de activismo, de pancarta y asamblea, su hija abrazaba la fe del converso: “Al final te has hecho capitalista”, le dijo. “Es que yo –explica Jackie– era una persona muy politizada, radical, y le respondí que no, que en lo que me iba a convertir era en una emprendedora socialista”. Detroit, una ciudad torturada por mil crisis, icono de la gloria y de la decadencia industrial americana, la cuna del fordismo y de Aretha Franklin, emprendía un largo camino de resurrección y el suyo iba a ser uno de esos proyectos que le insuflaba vida.
Un café de 180 metros cuadrados y cuatro empleados se convirtió, con los años, en una cadena de cuatro restaurantes. Aquel primer horno que compró, en una empresa proveedora de pan para un centenar de cafeterías y tiendas de alimentación de todo el Estado. Un día, llegó el récord de facturación: cinco millones de dólares, uno encima del otro, cinco millones.
La mañana del pasado 16 de marzo, Avalon International Breads, el pequeño imperio fundado por Jackie Victor, tenía 135 trabajadores. Al día siguiente, apenas quedaba una decena. A la semana, uno. Esta maldita primavera, la emprendedora social-capitalista se acuerda de la conversación con su padre, del camino recorrido. “Pero no siento que yo he echado el cerrojo, o que yo he despedido a alguien, siento que lo ha hecho esta pandemia. Fue muy rápido, en cuanto llegó la orden del cierre de la restauración, todos los pedidos desaparecieron. Nosotros tuvimos que cerrar tres de los cuatro restaurantes de golpe, y en el que quedó abierto con servicio para llevar apenas teníamos un 10% del trabajo habitual. La situación se volvió además muy insegura. Dos miembros del equipo directivo se habían contagiado, otro tenía fiebre… Nos sentamos los socios y dijimos ‘se acabó’, al menos por ahora”, explica Jackie. Continuar leyendo «El Pesimismo de la Inteligencia y el Optimismo de la Voluntad… y ¡lo podemos Aprender!»
Las calles desiertas se volverán a llenar y saldremos de nuestras madrigueras iluminados por la luz de las pantallas parpadeando con alivio. Pero el mundo será diferente de como lo imaginábamos en lo que pensábamos que eran tiempos normales. Esto no es una ruptura temporal de un equilibrio que, de lo contrario, sería estable. La crisis por la que estamos pasando es un punto de inflexión en la historia.
La era del apogeo de la globalización ha llegado a su fin. Un sistema económico basado en la producción a escala mundial y en largas cadenas de abastecimiento se está transformando en otro menos interconectado, y un modo de vida impulsado por la movilidad incesante tiembla y se detiene. Nuestra vida va a estar más limitada físicamente y a ser más virtual que antes. Está naciendo un mundo más fragmentado, que, en cierto modo, puede ser más resiliente.
El otrora formidable Estado británico se está reinventando rápidamente y a una escala nunca vista. El Gobierno, actuando con poderes de emergencia autorizados por el Parlamento, ha tirado por la borda la ortodoxia económica. El Servicio Nacional de Salud, maltratado por años de estúpida austeridad —al igual que las Fuerzas Armadas, la policía, las prisiones, los bomberos, los cuidadores y los limpiadores—, está contra las cuerdas, pero, gracias a la noble dedicación de sus trabajadores, se mantendrá a raya el virus. Nuestro sistema político sobrevivirá intacto. No habrá muchos países tan afortunados. Los Gobiernos de todo el mundo se debaten en el estrecho callejón entre suprimir el virus y aplastar la economía. Muchos tropezarán y caerán. Continuar leyendo «¿Un Mundo Nuevo? no lo creo, la memoria es muy frágil y olvida rápidamente.»
Busco inútilmente en mi biblioteca uno de los tomos de ejemplares del «Nuevo mundo» que heredé de mi abuelo Ángel. Creía recordar que, más o menos en alguna revista de 1914, había una página entera dedicada a una epidemia de tifus que hubo entonces (encuentro otro reportaje de tifus de 1909), con fotografías de los médicos muertos, todos muy serios con sus barbas o los bigotes que estaban de moda en aquella época. Quizá la ví por primera vez antes de estudiar medicina y estoy seguro que, ni en ese momento ni después, pensé que en mi vida profesional me iba a enfrentar a una epidemia donde el riesgo fuera, ni de lejos, similar al de esos viejos colegas que, en aquella época, no tenían tratamiento ni medios diagnósticos para enfrentarse a aquella enfermedad.
«Socialismo para los ricos, capitalismo duro para el resto en EEUU»
El programa de ayuda a las pymes de Estados Unidos acaba beneficiando a grandes corporaciones y bancos en su primer reparto de fondos
En Florida, 650.000 trabajadores han solicitado recibir el subsidio de desempleo, pero sólo lo han recibido hasta ahora 33.000 por la falta de medios para su gestión
Una bandera de EEUU en una refinería de Wilmington, California. Etienne Laurent / EFE/EPA
El hundimiento económico provocado por la pandemia del coronavirus ha provocado algunas reacciones inesperadas. La del multimillonario norteamericano Leo Cooperman es una de ellas. «Creo que todo por lo que vamos a pasar tendrá unas consecuencias muy claras a largo plazo. La número uno: el capitalismo tal y como lo conocemos cambiará probablemente para siempre», dijo el máximo responsable de un fondo de inversiones que trabaja exclusivamente para personas y compañías muy ricas. El patrimonio personal de Cooperman supera los 3.000 millones de dólares.
Cooperman ve claro que el efecto inmediato de la crisis pasará por un aumento de las regulaciones ordenadas por el Estado y por el incremento de impuestos. «Cuando se reclama al Gobierno que te proteja cuando las cosas van muy mal, tienen todo el derecho a regularte si las cosas van bien», explicó al referirse a las ayudas que sólo en EEUU terminarán alcanzando billones de dólares. Continuar leyendo «Socialismo para los ricos, capitalismo duro para el resto de EEUU??? sólo para EEUU?»
Una década larga después de que los políticos avanzasen la idea, son los economistas, filósofos y sociólogos los que pretenden suprimir los excesos y abusos del mercado para que éste sobreviva