La concepción de Barcelona como una ‘ciudad terminada’ al haber llegado hasta sus límites geográficos dificulta la necesaria labor de proyectar un nuevo paradigma urbanístico a medio y largo plazo. El clima, la vivienda o la economía son solo algunos de los retos que exigen volver a mirar la metrópolis como una tierra fértil en la que hay mucho por hacer y en la que muchos sueños son posibles.