Erasmo, Zweig, Galdós y el difícil arte de la tolerancia
Europa es el sueño de un sueño, es el sueño que se sueña a sí mismo: fue el sueño de Erasmo y es sueño todavía, pero en su condición de proyecto en permanente (de)construcción. Erasmo perteneció, como Zweig, a la estirpe de los vencidos: Lutero lo maldijo y la Iglesia lo incluyó en el índice, pero él preservó su libertad de conciencia
Europa es el sueño de un sueño, es decir, es el sueño que se sueña a sí mismo: fue el sueño de Erasmo y es sueño todavía, pero en su condición de proyecto en permanente (de)construcción es ese anhelo de paz y conciliación compartido por 27 países, que unidos suman la tercera comunidad del mundo tras China e India. Sobre sus inventores o casi profetas escribió obsesivamente el austriaco StefanZweig, fecundo escritor que sin embargo solo habría necesitado uno de sus libros, Novela de ajedrez, para que lo amáramos, y que llevó a su cima el género de la biografía literaria. En los años treinta del pasado siglo, y frente al auge de populismos y fascismos —impulsados por una brutal crisis económica—, se entregó a la escritura de una trilogía sobre esos soñadores de Europa que fueron Erasmo, Castellio y Montaigne. El último de esos volúmenes quedó inconcluso: eran los tiempos del triunfo del nazismo, y de la persecución y el exilio que lo abocaron al suicidio en Brasil en 1942. Continuar leyendo “Europa ¿es una Utopía?”
Los conciertos con la sanidad privada tocan techo: 8.000 millones en un año
El gasto público en servicios privados marca en 2018 su segundo máximo histórico seguido mientras el sanitario total apenas alcanza el nivel precrisis
La serie 2002-2018 muestra cómo la atención hospitalaria ha ganado cuota de inversión mientras la perdía la atención primaria
Cataluña (26%) y Madrid (10%) son las comunidades que más porcentaje de su gasto sanitario público dedican a conciertos
infoLibreofrece este artículo sobre el coronavirus en abierto gracias al apoyo de sus socios. Aquímás información sobre cómo suscribirte o regalar una suscripción
El 8 de mayo de 1945 fue el fin, pero también el principio. Fue el fin de la Segunda Guerra Mundial en suelo europeo, el conflicto más mortífero que ha conocido el continente; pero también el principio de su reconstrucción política y económica y de su proceso de integración. De ese proceso quedó al margen la España de Franco, una exclusión cuyos efectos se arrastraron durante décadas.
¿Qué se perdió el país durante la posguerra europea y cómo podría haber evolucionado en otro contexto internacional más favorable? Dos destacados historiadores, Paul Preston y Julián Casanova, reflexionan sobre qué consecuencias a corto y a largo plazo tuvieron las decisiones de aquellos días.
La supervivencia del franquismo dejó al país fuera del plan Marshall y de la reconstrucción democrática de Europa
“Me pregunto, ¿los humanos estamos llegando al límite biológico de nuestra capacidad política?”
Nada en demasía, decían los griegos, porque todo tiene límites y la naturaleza también, pero lo olvidamos. No se debe navegar sin timón, pero en la globalización lo olvidamos. La condujo solo la fuerza del mercado y la tecnología y no estuvo la conciencia política en este proceso. El viejo liberalismo mutó, se hizo ‘liberismo’, y abandonó su humanismo. Hoy, si pudiera creer en Dios, diría que la pandemia es una advertencia a los sapiens.
La destrucción de valor augura pobreza. Ante el peligro la gente se refugió en el Estado. Hablan de nacionalizar, reindustrializar, de soberanía sanitaria y farmaceútica. Surgirán nacionalismos chauvinistas y salarios a la baja. Los escalones bajos de las clases medias en peligro cuestionarán a los Gobiernos y serán el grito de las calles. Los autoritarismos tendrán su primavera, lo mismo que la especulación, intentarán apropiarse de valores a precio de ruina. Habrá quienes pidan solidaridad económica y financiera para con los pobres del mundo y algún gesto de mil millonarios. Los unos y los otros será como cantarle a la luna. Continuar leyendo “¿Hemos Llegado a nuestro Límite Biológico?”
Frente a la tentación sectaria y maximalista que lleva al antagonismo, el unificador del socialismo francés, asesinado hoy hace cien años, mostró la vía de una izquierda ilustrada, reformadora y responsable
La tarde en que lo mataron, Jean Jaurès pensaba que la guerra podía evitarse. Lo discutía con sus colegas, mientras cenaba en el Café de Croissant, cuando un cañón de revolver separó los visillos de la ventana y descerrajó dos balas en su cabeza. De eso hoy se cumplen 100 años. Había transcurrido un mes desde el crimen de Sarajevo y Europa entera rodaba hacia el precipicio. Con la oportuna dosis de cinismo que se precisa en ocasiones para absolverse ante la propia conciencia, sus clases rectoras pensaban que la guerra, inevitable ya, necesaria incluso, sería culpa de otros. Pero Jaurès, dispuesto hasta el último minuto a prevenir la debacle, tenía dos bazas que jugar todavía: la unidad del movimiento obrero europeo y el prestigio de su propia figura. Continuar leyendo “¿Quién mató al Humilde Pacifista?”
Las calles desiertas se volverán a llenar y saldremos de nuestras madrigueras iluminados por la luz de las pantallas parpadeando con alivio. Pero el mundo será diferente de como lo imaginábamos en lo que pensábamos que eran tiempos normales. Esto no es una ruptura temporal de un equilibrio que, de lo contrario, sería estable. La crisis por la que estamos pasando es un punto de inflexión en la historia.
La era del apogeo de la globalización ha llegado a su fin. Un sistema económico basado en la producción a escala mundial y en largas cadenas de abastecimiento se está transformando en otro menos interconectado, y un modo de vida impulsado por la movilidad incesante tiembla y se detiene. Nuestra vida va a estar más limitada físicamente y a ser más virtual que antes. Está naciendo un mundo más fragmentado, que, en cierto modo, puede ser más resiliente.
El otrora formidable Estado británico se está reinventando rápidamente y a una escala nunca vista. El Gobierno, actuando con poderes de emergencia autorizados por el Parlamento, ha tirado por la borda la ortodoxia económica. El Servicio Nacional de Salud, maltratado por años de estúpida austeridad —al igual que las Fuerzas Armadas, la policía, las prisiones, los bomberos, los cuidadores y los limpiadores—, está contra las cuerdas, pero, gracias a la noble dedicación de sus trabajadores, se mantendrá a raya el virus. Nuestro sistema político sobrevivirá intacto. No habrá muchos países tan afortunados. Los Gobiernos de todo el mundo se debaten en el estrecho callejón entre suprimir el virus y aplastar la economía. Muchos tropezarán y caerán. Continuar leyendo “¿Un Mundo Nuevo? no lo creo, la memoria es muy frágil y olvida rápidamente.”
Busco inútilmente en mi biblioteca uno de los tomos de ejemplares del «Nuevo mundo» que heredé de mi abuelo Ángel. Creía recordar que, más o menos en alguna revista de 1914, había una página entera dedicada a una epidemia de tifus que hubo entonces (encuentro otro reportaje de tifus de 1909), con fotografías de los médicos muertos, todos muy serios con sus barbas o los bigotes que estaban de moda en aquella época. Quizá la ví por primera vez antes de estudiar medicina y estoy seguro que, ni en ese momento ni después, pensé que en mi vida profesional me iba a enfrentar a una epidemia donde el riesgo fuera, ni de lejos, similar al de esos viejos colegas que, en aquella época, no tenían tratamiento ni medios diagnósticos para enfrentarse a aquella enfermedad.
«No permitáis que la ambición se burle del esfuerzo útil de ellos / De sus sencillas alegrías y oscuro destino / Ni que la grandeza escuche, con desdeñosa sonrisa / los cortos y sencillos hechos de los pobres. / El alarde de la heráldica, la pompa del poder y todo el esplendor, toda la abundancia que da, / espera igual que lo hace la hora inevitable. / «
Tomar la «colina de las hormigas» a cualquier precio, «aplanar la linea de la curva» cuanto antes, enfrentarse al enemigo invisible que se ha rebelado cruel y despiadado, que nos ha cogido por sorpresa, que ha desencadenado una guerra todavía en curso en la que hay muertos y heridos, donde nadie está a salvo pero unos más que otros, donde todavía quedan muchas colinas que en el horizonte, muchas curvas que aplanar haciendo lo que haga falta, con todas las armas, incluso con las que no se tienen y se dice que se tienen, con las que se desconocen sus efectos, con las que puedan inventarse. El imperativo de resistir desde las trincheras, donde conviven soldados por momentos obnubilados o lúcidos, cobardes o intrépidos, con motivaciones propias o que se dejan llevar por la corriente, dispuestos a sobrevivir a cualquier precio o a morir por la causa, con mucho oficio o recien llegados, anegados de idealismo o de derrota, sorprendidos por el desconocido en que se han convertido, quizá muy lejos de lo que creían ser, cuando todavía no se acaban de creer lo que les ocurre. Continuar leyendo “Los Senderos de la Gloria no conducen sino a la Tumba”
Y, como todo neoyorquino, oigo una ambulancia, cada 20 minutos, que impide olvidar el virus y la muerte.
Pregunta-¿Lo lleva usted bien o sufre?
Estoy más ocupado que nunca. Y me sorprende lo rápido que todos nos adaptamos al teletrabajo. Mis nietos van cada día a clase por ordenador y las clases… ¡son obligatorias!
Pregunta-Y aquí deberían serlo.
Y son colegios públicos. Pero muchos niños en EE.UU. no tienen ordenador niwifi. La pandemia agudiza las diferencias sociales.