Una alerta de hace 15 años subestimada por las autoridades predijo el riesgo para la costa de temporales como ‘Gloria’
El episodio confirma el análisis de Medio Ambiente de 2004: el litoral de playas abiertas, largas y de arena fina presenta alto riesgo ante el cambio climático.
Los técnicos han avisado de que la regulación costera le ha desprotegido ante el peligro de los fenómenos extremos.
Además de la pérdida de playas, Gloria ha causado riadas y crecidas del mar, cortes de carreteras y vías de tren y ha anegado cosechas en Murcia, Catalunya y Baleares.
‘Gloria’ ilustra la nueva normalidad climática que afronta España: fenómenos extremos en épocas inesperadas
Raúl Rejón Santiago Cabrera Catanesi Miguel Giménez Pau Rodríguez La borrasca Gloria ha hecho realidad la advertencia lanzada hace más de 15 años por los estudios sobre cambio climático del Ministerio de Medio Ambiente: el litoral del Levante mediterráneo está muy indefenso ante la modificación del clima marítimo que provoca el «retroceso de las playas, inundación y cambios en la línea de costa».
Los desbordamientos de ríos, desaparición de playas y crecidas del mar se han sucedido a lo largo del litoral desde la Región de Murcia, pasando por la Comunitat Valenciana y hasta Catalunya. Las Islas Baleares también han estado en el epicentro de Gloria, un temporal reflejo de la nueva normalidad climática que afronta España. Al menos, 13 personas han perdido la vida. La fachada mediterránea acaba de evidenciar cómo, durante décadas, se ha desprovisto de defensas la primera línea de mar.
Desde el cabo de Gata hasta el delta del Ebro, la costa española presenta una secuencia de playas con gran extensión longitudinal. Abiertas. Con sedimento fino o medio, según la caracterización realizada por Medio Ambiente. «Las playas de arena fina y sometidas a oleajes con periodos cortos son las que mayor riesgo presentan», explicaba el informe sobre Impactos en la Costa Española por efecto del Cambio Climático de 2004 de la Oficina entonces dirigida por la ahora vicepresidenta Teresa Ribera.
De sur a norte
En enero de 2020, el temporal Gloria ha golpeado especialmente los municipios murcianos del Mar Menor, San Javier, Los Alcázares o San Pedro del Pinatar. El Gobierno autonómico ha admitido que «la zona de costa se ha visto seriamente perjudicada de nuevo y han llegado a desaparecer algunas playas». El alcalde de Los Alcázares, Mario Cervera, ha explicado a eldiario.es que «con esta borrasca, estamos ante la tercera inundación en solo cuatro meses, no nos da tiempo a recuperarnos». Las precipitaciones han destruido cosechas e impedido a los pescadores faenar varios días. El 112 ha atendido más de 1.200 llamadas.
Un poco más al norte, el temporal se ha llevado playas como las de la Malvarrosa o el Saler en Valencia, Cullera o Xàbia (Alicante). Se ha desbordado el río Júcar en Cullera y Alberic, llegando a cortar el tráfico en la A-7. El mar frente a las costas valencianas se embraveció más que nunca: olas de más de ocho metros de altura en el litoral de Valencia y Alicante. Las lluvias registradas superaron los 565 litros por metro cuadrado en algunos puntos de la Comunitat como Benissili en Alicante o Pinet en Valencia.
Siguiendo la línea, la borrasca Gloria ha dejado en Catalunya un paisaje de fuertes estragos con ríos y torrentes desbordados, kilómetros de playa engullidos por el mar y afectaciones en múltiples carreteras y vías de tren. El peligro de riada en el Ter ha hecho que este jueves se recomendara a la población permanecer en sus casas en 30 municipios. La acumulación de agua hizo que se abriera el pantano de Susqueda, uno de los cuatro en Catalunya que han superado el 100% de su capacidad estos días.
Otros nueve ríos están siendo supervisados por la Agencia Catalana del Agua, entre ellos especialmente el Tordera, que se llevó dos puentes por delante cerca de su desembocadura, uno de ellos ferroviario y que dejará sin servicio de tren a los usuarios de la línea R1 de Rodalies, el sistema catalán de Cercanías, durante más de seis meses.
En el mar, la subida del nivel se ha tragado las playas de numerosos municipios, principalmente en la comarca del Maresme, y ha provocado la entrada de agua en múltiples núcleos urbanos. En Blanes (Girona), el oleaje ha destruido el muro del puerto. Según el Área Metropolitana de Barcelona (AMB), en las playas de la capital catalana se han perdido dos metros y medio de cota de arena. En Baleares se han contado 435 incidentes por culpa del temporal.
El 25% de los 8.000 kilómetros de costa española son playas, según cálculos del Ministerio. La última gran regulación que les afecta fue la reforma de la ley de Costas aprobada por el PP en 2013 que otorgaba una prórroga de 75 años a ciertas construcciones en el dominio público.
Solo un año después, en 2014, el entonces director del Grupo de Dinámica de Flujos Ambientales y del Centro Andaluz de Medio Ambiente, Miguel Ángel Losada, reiteraba la alarma sobre la indefensión de la costa al explicar que «tenemos el 75% del primer kilómetro de la franja costera ocupado frente a ese problema y carecemos del principal elemento de protección de la costa que es los sedimentos de los ríos».
Los sedimentos arrastrados por los ríos son los que terminan por alimentar las playas. En el Mediterráneo, hasta el cabo de Cullera, las playas dependen de lo que sale por la desembocadura del Ebro. Sin embargo, la regulación de cursos, las presas y el desarrollo urbanístico en el litoral han cortado ese flujo de arena. Sin regulación fluvial, el delta del Ebro recibía 30 millones de toneladas anuales. Ahora llegan 100.000 toneladas. Para paliar la falta de flujo arenoso natural, el Estado gasta unos 10 millones de euros anuales en diferentes programas para aportar material a las playas. Arena que luego es erosionada cada vez de manera más virulenta por las consecuencias de la alteración climática. Un ciclo ruinoso.
Humedales costeros
Además de las pérdidas personales y económicas, Gloria ha añadido un fuerte impacto ambiental a zonas delicadas de alta protección que jalonan el Levante. El temporal anegó todo el delta del Ebro y el mar penetró tierra adentro unos tres kilómetros, según el Ayuntamiento de Deltebre. El mar se tragó las playas de la zona noreste. Los agricultores calculan que unas 3.000 hectáreas de arrozales –el 15%– quedaron inundadas con agua salada.
En el Mar Menor, el consejero de Presidencia, Javier Celdrán, ha expresado preocupación ante nuevos vertidos de agua dulce a la Laguna ya en colapso ecológico. «Suponen una nueva agresión y un paso atrás en la recuperación que empezamos a ver en el último informe». El alcalde de San Javier, José Miguel Luengo (PP), ha rematado: «Entre el estado del Mar Menor y estos capítulos de inundaciones, no hay tregua». Otra de las emblemáticas lagunas costeras del Mediterráneo, L’Albufera de Valencia, también ha padecido las tormentas. En el parque natural, el nivel del agua ha subido 40 centímetros por encima de lo habitual.
La Asociación Española de Geógrafos repitió hace poco más de un año que el litoral español era más vulnerable al cambio climático debido a la reforma de la normativa costera aprobada en 2013. Los geógrafos solicitaron entonces, ante la llegada del nuevo Gobierno tras la moción de censura, que se modificara la ley para protegerlo de la subida del nivel del mar y los temporales costeros cada vez más virulentos y frecuentes. Hubo temporal destructivo en enero de 2017. En el invierno de 2018 y el arranque de 2019. Gloria ha marcado una nueva muesca en 2020.