Hubo un tiempo en el que Barcelona tenía agenda política propia. El Parlament y la Generalitat iban por su lado y el ayuntamiento cortaba su bacalao sin más intromisiones que las previsibles. El consistorio, con la distribución de concejales más atomizada de la historia, da hoy pocos pasos sin echar antes la mirada al otro lado de Sant Jaume o a la Ciutadella. O incluso al Congreso de los Diputados. En este contexto, los socialistas, conscientes de que la película del ‘procés’ les ha lastimado la línea de flotación, han iniciado la precampaña electoral para las municipales del 2019 apelando precisamente al «patriotismo barcelonés«, palabras que debemos atribuir al ya candidato oficial, Jaume Collboni, que en su proclamación como cabeza de cartel ha regalado la primera promesa electoral: mil pisos sociales por año si se hace con el cetro de la ciudad.
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