Don Quixot a Barcelona
Barcelona sempre ha estat una font d’inspiració, tant a la ficció com a la realitat, és més, de vegades la ficció ha superat a la realitat amb escreix des que la va visitar don Quixot i Cervantes:
» … En fin, por caminos desusados, por atajos y sendas encubiertas, partieron Roque, Don Quijote y Sancho con seis escuderos a Barcelona. Llegaron a su playa la víspera de San Juan, por la noche, y abrazando Roque a don Quijote y a Sancho, a quien dio los diez escudos prometidos, que hasta entonces no se les había dado, los dejó, con mil ofrecimientos que a la una a la otra parte se hicieron.
Volvió Roc, quedóse el Quijote esperando el día, así a caballo como estaba, y no tardó mucho cuando comenzó a descubrirse por los balcones del oriente la faz de la blanca aurora, alegrando las hierbas y las flores, en lugar de alegrar el oído: aunque al mesmo instante alegraron también el oído el sonido de muchas chirimías y tambores, ruido de cascabeles, «¡trampilla, trampilla, aparta, aparta» de corredores que, al parecer, de la ciudad salían. Dio lugar la aurora al sol, que, con un rostro mayor que el de una rodela, por más bajo horizonte poco a poco se iba levantando.
Tender el Quijote y Sancho la vista por todas partes: vieron el mar, hasta entonces dellos no visto; parecióles espaciosísimo y largo, harto más que las lagunas de Ruidera que en la Mancha habían visto; vieron las galeras que estaban en la playa, las cuales, abatiendo las tiendas, se descubrieron llenas de flámulas y gallardetes que tremolaban al viento y besaban y barrían el agua; dentro sonaban clarines, trompetas y chirimías, que cerca y lejos llenaban el aire de suaves y belicosos acentos. Empezaron a mover y hacer un modo de escaramuza por las sosegadas aguas, correspondiente casi al mismo modo infinitos caballeros que de la ciudad sobre hermosos caballos y con vistosas libreas salían. Los soldados de las galeras disparaban infinita artillería, a quien respondían los que estaban en las murallas y fuertes de la ciudad, y la artillería gruesa con espantoso estruendo rompía los vientos, a quien respondían los cañones de crujía de las galeras. El mar alegre, la tierra jocunda, el aire claro, sólo tal turbio del humo de la artillería, parece que iba infundiendo y engendrando gusto súbito en todas las gentes. No podía imaginar Sancho como pudieran tener tantos pies aquellos bultos que por el mar se movían. En esto llegaron corriendo, con llama, lililíes y algazara, los de las libreas donde el Quijote suspenso y atónito estaba, y un dellos, que era el avisado de Roque, dijo en voz alta al Quijote:
-Bien sea venido a nuestra ciudad el espejo, el farol, la estrella y el norte de toda la caballería andante, donde más largamente se contiene1; bien sea venido, digo, el valeroso don Quijote de la Mancha: no el falso, no el ficticio, no el apócrifo que en falsas historias estos días nos han mostrado, sino el verdadero, el legal y el fiel que nos describió Cide Hamete Benengeli, flor de los historiadores. «
En aquest fragment del capítol 61 de la segona part de l’Enginyós Hidalgo el Quixot de la Manxa es relata l’arribada de Don Quixot i Sancho Panza a Barcelona, després que el cavaller errant hagi descartat acudir a les justes de Saragossa.
A Barcelona, el Quixot i Sancho Panza s’allotgen en cada del senyor Antonio Moreno, «cavaller ric i discret i amic de holgarse al que honest i afable», i amic al seu torn del bandoler Roque Guinart amb el qual Don Quixot ha passat emboscat els dies anteriors. La seva arribada es produeix el dia de Sant Joan Baptista, descrivint Cervantes l’ambient de la ciutat en aquests dies, semblant al de qualsevol dia de qualsevol any, real o fictici.
Es curiós el paper fonamental que juga la ciutat de Barcelona en la resolució de la trama. A la platja d’aquesta ciutat -presumiblement la Barceloneta-, el batxiller Sansón Carrasco, disfressat de Cavaller de la Blanca Lluna, derrota al Quixot i li ordena tornar al seu poble, mandat que Don Quixot obeeix com obliguen les normes de la cavalleria errant. Des de Barcelona, Don Quixot, vençut i desproveït de la seva dignitat de cavaller errant, torna a aquest lloc de la Manxa del que el nom el narrador no va voler recordar-se, i on no trigarà a emmalaltir, fer testament i passar a millor vida… bona lliçó de vida als que de, forma oportunista, volen gaudir de la bogeria disfressada de seny en la política.