Autor T.F.
- «La libertad se aprende ejerciéndola». Defendió entonces esta máxima, necesario recordatorio en tiempos donde varias ONG critican el cada vez más extremo recorte de derechos y libertades para la ciudadanía española.
- «Porque solo hay una cosa que hace un sexo solo: alumbrar; las demás las hacemos todos en común, y no podéis venir aquí vosotros a legislar, a votar impuestos, a dictar deberes, a legislar sobre la raza humana, sobre la mujer y sobre el hijo, aislados, fuera de nosotras». Si ya en los años treinta Clara Campoamor hacía referencia a esta crítica —en ‘El voto femenino y yo: mi pecado mortal’—, ésta ha sido una reivindicación de la actualidad: recientemente, a propósito de la ley de gestación subrogada y en numerosas ocasiones cuando se trata de temas como el aborto, ha habido una crítica recurrente, con respecto a quiénes son los que legislan sobre el cuerpo de la mujer: grupos formados mayoritariamente por hombres.
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- «El feminismo es una protesta valerosa de todo un sexo contra la positiva disminución de su personalidad«. En estos tiempos en los que el feminismo ha resurgido con fuerza —y también los movimientos contrarios al mismo—, son muchos los que utilizan a Clara Campoamor para desvirtuar las luchas actuales. En redes sociales, caldo de cultivo de disputas sobre prácticamente cualquier tema, se pueden ver algunas de estas pugnas. A propósito del aniversario de la muerte de Campoamor, el usuario @inglesskype escribe: «No creo que Clara, a la que admiran las feministas, estuviera de acuerdo en que se marginara al hombre en la Justicia, o que chillaran y se destetaran las famosas FEMEN, y con tantas cosas que hoy el feminismo hace«. Sin embargo, son muchas las personas que, conociendo de antemano la posibilidad de este tipo de reacción, se han adelantado. «Supongo que Clara Campoamor sería en su momento una tarada feminazi«, escribe @antizaneconde. «Sin embargo, hoy nos parece normal que la mujer vote. Dentro de unos años nos parecerá normal que no nos violen o que no nos maten», añade.
Después de su valiente defensa del sufragio femenino durante la II República y una vez que estalló el golpe de Estado que trajo a España cuarenta años de dictadura franquista, Clara Campoamor tuvo que huir de España. Primero lo hizo a Suiza, luego a Argentina, y tras una ajetreada vida como jurista —y siempre feminista allá donde fuera— de aquí para allá, a mediados de los cincuenta se trasladó de nuevo a Lausana, donde falleció a los 84 años. Suiza era una tierra más próxima a su hogar, y allí decidió pasar sus últimos años de exilio antes de desaparecer.
Antes de morir, dejó recordados sus buenos recuerdos de San Sebastián, y fue gracias a una familia catalana, los Montó Riu Segú, que los restos de Clara Campoamor no acabaron en una fosa común: decidieron acoger sus restos —traídos con nocturnidad desde Suiza— en su propio panteón familiar en el cementerio de Polloe.