La Nueva Educación: Inmersiva y Rompedora

La élite de la élite: el futuro se decide en una universidad más inaccesible que Harvard

Fundada en 2012, se ha convertido en una referencia global. Su CEO afirma querer desbancar a Harvard y la compañía china detrás de TikTok ha invertido en ella

Foto: Las oficinas de la compañía, en San Francisco. (Reuters/Stephen Lam)
Las oficinas de la compañía, en San Francisco. (Reuters/Stephen Lam)
Autor Héctor G. Barnés   
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La tasa de admisión de la Universidad de Harvard es de un 4,5%. Es decir, de los 43.330 estudiantes que solicitaron una plaza en el último curso, tan solo 1.949 lograron su sueño. La de Columbia es de un 5,1%, la de Princeton un 5,8%, la de Yale un 5,9% y la del MIT, un 6,6%. Al otro lado del Atlántico, las universidades británicas de Oxford y Cambridge elevan el número hasta cerca de un 20%. Uno de cada cinco; la criba se ha realizado previamente.

Dichos números palidecen si se comparan con otro proyecto que abrió sus puertas en 2012 y que desde entonces se ha erigido en una de las propuestas educativas más vanguardistas. Se trata del Proyecto Minerva y su traslación institucional, las Minerva Schools, con una tasa de admisión de un 1,2%. Un dato que, junto a la plataforma ‘online’ del proyecto, ha provocado que haya recibido el apelativo de “Ivy League 2.0”. La Ivy League tradicional es el antagonista declarado del fundador del proyecto, Ben Nelson, cuyo objetivo es acabar con la universidad tal y como la conocemos ofreciendo una alternativa basada en los últimos descubrimientos en ciencia del aprendizaje. Él mismo decía en una entrevista con ‘The Wall Street Journal‘ que su objetivo es “superar a Harvard”.  

Nos comprometemos a tratar a cada solicitante de igual forma, lo que significa que nuestras decisiones están basadas únicamente en el mérito

 

¿Quién puede estudiar ahí? “Nuestro proceso está diseñado para identificar a aquellos estudiantes que creemos que tendrán éxito en Minerva”, responden vía correo electrónico. “Nos comprometemos a tratar a cada solicitante de igual forma, lo que significa que nuestras decisiones están basadas únicamente en el mérito”. Minerva no tiene ninguna de las cuotas con base en raza o género que tan polémicas han resultado en años recientes. Tampoco, afirman, hay que pagar nada para solicitar una plaza ni atienden a las notas del SAT, la selectividad estadounidense, aunque recuerdan que “el rendimiento académico pasado es un reflejo de la persistencia del estudiante y de su capacidad para trabajar en un entorno académico estructurado”.

“Al identificar a los estudiantes con características como curiosidad, perseverancia, creatividad o empuje, seleccionamos a aquellos que creemos que tienen un gran potencial futuro para el liderazgo, la innovación y la capacidad de resolver problemas complejos”, añaden. Sacan pecho al recordar que sus 600 estudiantes, de 60 países diferentes, provienen de orígenes socioeconómicos muy distintos. Si es una élite, lo es en cuanto a su talento, presumen. El objetivo es ambicioso: 10.000 alumnos para el año 2025.

Según su página web, pasar un año estudiando en una de sus facultades cuesta alrededor de 31.950 dólares (28.557 euros), teniendo en cuenta tanto la matrícula (casi 14.000 dólares) como el coste de alojamiento en su cuartel general de San Francisco, de los libros o del transporte del día a día. Una cantidad en la que se incluye el precio del semestre en otras ciudades como Londres, Berlín, Buenos Aires, Taipei (Taiwán), Seúl o Hyderabad.

Minerva es una universidad, pero también tiene una vertiente ‘online’ en su aplicación Forum, que la ha popularizado globalmente al hacer accesible su punto fuerte, el currículo, y poner en contacto a estudiantes muy distintos. Una aplicación vendible y escalable. Como explica Nelson en ‘EdSurge‘, en un centro de 600 estudiantes con tres o cuatro cursos por semestre, el precio para cada uno de ellos sería algo menos de 2.000 dólares (alrededor de 1.787 euros).

La obligación de cambiarlo todo

Esto suena tan ideal como todo nuevo proyecto educativo, pero ¿en qué se traduce? Un ejemplo. En 2016, los estudiantes de primer año realizaron el CLA+ (‘collegiate learning assessment’), una de esas pruebas estandarizadas que analizan la capacidad del alumno para resolver problemas o criticar razonamientos. Los alumnos de Minerva figuraron dentro del percentil 95, es decir, tan solo había un 5% de estudiantes mejores que ellos. Ocho meses después, volvieron a realizar la prueba. Ahora formaban parte del percentil 99. Sus notas eran las mejores.

Estamos construyendo desde la nada el modelo de educación superior que el mundo necesita

“Minerva es una empresa de innovación educativa que construyó una universidad completamente nueva desde la nada para preparar a los estudiantes a que se adapten y a que sean innovadores y líderes”, explican. El proyecto fue ideado a comienzos de la pasada década por Nelson, antiguo CEO de Snapfish, servicio de fotografía ‘online’ que vendió a Hewlett-Packard por una cantidad millonaria que reinvirtió en Minerva. Su principal aliado fue el antiguo decano de Harvard Stephen Kosslyn, que abandonó la nave el pasado año, y que ayudó a configurar el ideario que cristalizó en el libro ‘The Intentional University‘.

“Incluso por aquel entonces, sabíamos que estábamos construyendo el modelo de educación superior que el mundo necesita”, recuerdan. Su modelo está basado en las metodologías educativas “basadas en la evidencia” con el objetivo de que los estudiantes sean capaces de resolver problemas, tomar decisiones informadas y convertirse en líderes. Su currículo, “una revisión sistemática de las artes liberales”, es uno de sus puntos fuertes, que se basa en cuatro pilares que repiten una y otra vez en sus respuestas.

Stephen Kosslyn fue el decano fundador de Minerva Schools. (Reuters/Stephen Lam)
Stephen Kosslyn fue el decano fundador de Minerva Schools. (Reuters/Stephen Lam)

Aprendizaje completamente activo, andamiaje transversal, evaluación orientada a resultados y tecnología avanzada. Sonoros términos que, en lenguaje coloquial, se refieren a la interacción en las aulas conseguida a través del trabajo colaborativo (“discusiones socráticas, juego de roles, debates, simulaciones”), la aplicación de lo aprendido en distintos contextos, el ‘feedback’ casi inmediato del rendimiento (no hay exámenes a mitad y final de curso, porque consideran que eso solo favorece la memorización de los contenidos) y los 80 Hábitos de la Mente y Conceptos Fundamentales (así, en mayúscula), que tienen como objetivo el manejo de cuatro grandes competencias: pensamiento crítico, pensamiento creativo, comunicación eficiente e interacción eficiente.

“No hay ninguna otra institución universitaria en el mundo que haya construido un enfoque semejante al de Minerva”, presumen. Aunque la afirmación es discutible, es cierto que su juventud les ha permitido crear algo nuevo desde la nada, algo clave en un contexto donde el cambio es difícil de implementar rápidamente. En mayo de este año, la primera generación de estudiantes de Minerva se licenció. Algunos de los 106 egresados trabajan en consultoras o empresas del sector tecnológico, como cabe esperar de una institución nacida en San Francisco. En firmas como Google, KPMG, Twitter y la polémica Palantir, o doctorándose en Cambridge o Harvard.

Dinero oriental

A lo largo de varias rondas de financiación, Minerva ha conseguido amasar alrededor de 128 millones de dólares. Los últimos 57, en julio de este año, cuando ByteDance apostó con fuerza por la ‘startup’. Bytedance es la empresa matriz de la red social TikTok, tan popular durante el último año, y que ha basado gran parte de su éxito en la inteligencia artificial. Su CEO, Zhang Yiming, ha pasado a formar parte de su junta directiva. Uno de sus primeros objetivos, trabajar con la Administración de Pekín para “que nuestras innovaciones lleguen a los estudiantes chinos”.

Primero Asia, luego el mundo. “La innovación educativa se valora más allí”, reconocía Nelson

¿Promesas del este? Es posible. No cabe duda de que Minerva, y en concreto su plataforma ‘online’ Forum, aspira a conquistar el planeta, empezando por Asia. La Universidad de Ciencia y Tecnología de Hong Kong ha sido, junto con la Universidad SRM Aravati de la India, el primero de los 10 centros que han adquirido la plataforma Forum y el currículo de Minerva. El propio Nelson reconocía el interés que tiene dicho mercado, al afirmar que “la educación se valora más en Asia, ya han engendrado unas cuantas empresas en los últimos años”.

Nacer como una universidad y crecer como una ‘startup’ fácilmente escalable, como ellos mismos explican. “Nuestra plataforma de aprendizaje, Forum, no solo permite la evaluación y al aprendizaje, sino que también puede ser escalada a clases de hasta 400 estudiantes”, recuerdan. La fórmula, en definitiva, permite ser empaquetada y fácilmente revendida. “Somos la única universidad capaz de decirte cómo hacerlo, de manera sencilla y fácil”, presume Nelson. “Nuestro objetivo es permitir una reforma de la educación superior estructural y amplia”.

Héctor G. Barnés

En definitiva, tomar la delantera para situarse a la cabeza del próximo proyecto mercado del millón de dólares, capaz de influir en lo que aprendemos, pensamos y creemos, que es la educación. “Es la obligación moral de las instituciones ofrecer la mejor educación posible”, concluyen. “Eso significa que no podemos olvidar todos los avances en la ciencia del aprendizaje, la pedagogía o el trabajo en clase. Mi consejo para otras instituciones es salir de su zona de confort, aprender de otras iniciativas exitosas, adoptar mejores modelos y estar abiertas a aliarse con instituciones progresistas que estén haciendo un buen trabajo”. ¿Un ejemplo? Lo han adivinado.

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