El Estado tiene una tarea fundamental en el terreno de la promoción económica y la innovación. Barcelona y su región metropolitana concentran el mayor ‘hub’ científico del país. Barcelona se ha convertido en uno de los polos más atractivos de Europa para las ‘start-ups’ y los emprendedores; y ello debe formar parte de la agenda del Gobierno. En primer lugar hay que recuperar la confianza perdida después de meses de inestabilidad política y económica, y en segundo lugar hay que ejercer una tarea facilitadora para ampliar la atracción y la retención de talento, el apoyo a los autónomos y la inversión en I+D que tan mermada quedó tras los años de la crisis.
Barcelona también tiene mucho que decir en el proyecto de evolución federal del Estado y puede liderar como se afronta el debate urbano para que se contemple en un nuevo modelo territorial el peso y competencias de las ciudades.
Las extraordinarias circunstancias que hoy marcan la política española evidencian el error mayúsculo que supuso la expulsión del PSC del acuerdo de izquierdas en Barcelona, como una concesión de Colau a las presiones independentistas. Esa gesticulación con el independentismo solo ha desembocado en un gobierno aislado, sin interlocutores con las demás administraciones y con escasa capacidad de hacer frente a los retos que se plantean en la ciudad, desde la crisis de los narcopisos en el Raval al escaso éxito del gobierno municipal en políticas de vivienda.
El PSC quiere poner Barcelona por encima de todo, como lo hicieron anteriormente sus alcaldes, y articular una propuesta de ciudad que pueda ser escuchada y atendida en el Estado. Una Agenda Barcelona necesaria para la ciudad, pero también como una solución al conflicto entre Catalunya y España.