La Cuarta Revolución Industrial viene a coincidir con un momento demográfico de envejecimiento de la población que lleva a una imperiosa necesidad de hacer frente a los cuidados a los mayores. Empecemos por reconocer que los trabajos relacionados con el cuidado de las personas en sus domicilios e incluso la componente que en estos cuidados pueda tener el servicio doméstico no tienen un gran reconocimiento en la escala social y en buena medida muchas veces entran en el campo de una economía sumergida.
La demanda de empleo en el sector de los cuidados personales surge sin ser consecuencia directa de la digitalización y de la globalización que enmarcan la discusión sobre el empleo futuro. Una cuestión es si afrontar esta nueva necesidad con avances robóticos o bien considerar estas tareas como una tabla de salvación, o posibilidad, para aquellos que pierdan sus empleos en la transición de esta revolución sin ser capaces de reciclar sus conocimientos a las nuevas posibilidades de tareas tecnológicas que están surgiendo. En esta segunda línea, Francia ha optado por la economía del «servicio a la persona», habiendo generado más de 330.000 empleos desde 2005 tras poner en marcha una medida incentivadora: 50% de los gastos incurridos en este tipo de actividad son directamente reducidos del IRPF. Las empresas de servicio a la persona se han multiplicado allí.