El Estado debe ser innovador, no solo gestionar impuestos, si no crear riqueza para los ciudadanos

 

Mariana Mazzucato
Mariana Mazzucato
 
Madrid

 

La economista Mariana Mazzucato defiende el papel del Estado en la innovación y en desmonta el mito del empresario innovador que se basta a sí mismo. «Europa tiene un estado del bienestar activo y Estados Unidos tiene un estado innovador activo»

Los emprendedores tecnológicos son en el capitalismo moderno lo más parecido que hay a santos. San Steve Jobs, por popularizar los teléfonos de pantalla táctil que cambiaron nuestras vidas. San Sergey Brin y san Larry Page por revolucionar la industria de la publicidad y de los buscadores de Internet. Y san Elon Musk, por liderar la innovación en coches eléctricos que todas las automotrices se han visto obligadas a seguir.

Sin negar su aporte, la economista Mariana Mazzucato (Roma, 1968) lleva desde 2011 hablando de la relevancia de otro actor que suele pasar desapercibido: el Estado. Desde que ese año publicó un primer paper sobre El Estado Emprendedor, Mazzucato ha concentrado su investigación académica en desmontar el mito del empresario innovador que se basta a sí mismo. Como viene repitiendo desde entonces, para financiar el algoritmo de Google hizo falta una beca de la Fundación Nacional de Ciencias de EEUU y sin el GPS del Pentágono, los teléfonos inteligentes de Apple (y el resto) perderían gran parte de su atractivo. 

Publicado la semana pasada en España, su libro El valor de las cosas es otra vuelta de tuerca sobre el tema. Como dijo a EL PAÍS RETINA  la profesora italoestadounidense de la University College London, reconocer el aporte del Estado en la innovación no sólo es justo, sino imprescindible para que los emprendedores continúen haciendo su trabajo. Si nos empeñamos en obviarlo, dice, corremos el riesgo de dejar de «construir las instituciones estatales que hicieron posible esas innovaciones».

Mariana Mazzucato
Mariana Mazzucato

En Europa se tiene más presente la importancia del Estado, pero sus investigaciones siempre hablan de Estados Unidos como el país donde el gobierno se ha implicado más en la innovación tecnológica…

En teoría, Europa parece menos anti Estado, pero eso solo es cierto para lo referido al estado del bienestar. En EEUU, el Estado ha sido mucho más activo que Europa en el desarrollo de la innovación. En Europa no tenemos los ambiciosos fondos públicos para investigación que sí tienen el Departamento de Energía o el de Salud en Estados Unidos, ni los de la agencia Darpa, creada por el Pentágono. Europa tiene un estado del bienestar activo y Estados Unidos tiene un estado innovador activo. En el futuro, tendremos que combinar los dos. El Estado del bienestar se puede reforzar si lo unimos con la innovación. Por ejemplo, fomentando un sistema innovador desde la demanda, cuando el Estado tiene que comprar las camas para los hospitales o los pupitres para los colegios públicos.

Durante la Guerra Fría, la agencia Darpa fue clave en el desarrollo tecnológico pero ahora es en China donde el gasto militar crece más rápido que el PIB. ¿Será el próximo Silicon Valley chino?

Más que las inversiones en Defensa, que en mi opinión tienen que ver con el viejo estilo de innovación, lo más importante es la innovación centrada en torno a una misión: definir un problema que necesita ser solucionado con aportes de muchos sectores. El ejemplo, para mí, es la llegada a la luna. El transbordador espacial necesitó del éxito de muchos proyectos diferentes para existir. Por eso, lo que me interesa de China es su liderazgo en la transición hacia una economía verde. Están invirtiendo mucho en tecnologías verdes porque tienen un problema urgente de contaminación y por la guerra contra el cambio climático, por más que no sea una guerra como la entiende el Departamento de Defensa. En ese sentido creo que China está desarrollándose como el próximo Estado innovador para liderar las tecnologías verdes junto a países como Alemania y Dinamarca, que también tienen una gran ambición en ese campo.

Usted sostiene que el Estado tiene que compartir los beneficios y no solo los riesgos cuando ayuda a los emprendedores. ¿No son los impuestos la forma que tienen las empresas de retribuir?

En primer lugar, muchas ni siquiera pagan impuestos. Sólo hay que leer los periódicos para saberlo. Pero incluso si lo hicieran, los impuestos sirven para devolver lo que el Estado les ha aportado en educación, infraestructura, etc… no para compartir el riesgo. En Estados Unidos, por ejemplo, el gobierno ha respaldado las inversiones de Tesla, que tuvieron éxito, y las de la empresa de tecnología solar Solyndra, que no lo tuvieron. ¿Por qué está bien que rescate a Solyndra pero no que participe con acciones del éxito de Tesla?

¿Tienen los Estados otras formas de recuperar lo invertido además de participar en el capital de las tecnológicas?

Sí, evitando abusos con las patentes, por ejemplo, asegurándose de que los precios de las medicinas tienen en cuenta el aporte público, obligándolas a reinvertir sus beneficios en la economía real… Los Estados tienen muchos mecanismos para asegurarse de que su inversión pública tiene un rendimiento público. Es imprescindible comprender que las economías crean valor de una manera colectiva, con la participación del sector privado, del público y de la sociedad civil. La desigualdad va a seguir aumentando si desestimamos el papel del sector público y permitimos que las empresas se queden con todos los beneficios bajo esa creencia de que son ellas las que generan todo el valor. Es importante entender el papel del Estado tanto para diseñar mejor la política de innovación como para reducir la desigualdad.

Los que critican su propuesta dicen que aumentar las exigencias a las empresas tecnológicas es un desincentivo que premia, en contraposición, a los proyectos menos innovadores…

Eso es olvidar el argumento principal y es que el Estado te está ayudando a hacer algo que, para empezar, no habrías podido hacer sin él. Y vuelvo a decir que la forma de devolver esa ayuda no tiene por qué ser siempre dinero o acciones. También se puede exigir que reinviertan los beneficios en formación de capital o que simplemente los inyecten en la economía real y no en la financiera. Si dejas que todo el valor generado salga del sistema, entonces no habrá dinero ni inversiones para ayudar a las empresas innovadoras del futuro. Y el Estado no puede limitarse a pensar en una sola empresa. Tiene que tener en cuenta todo el sistema.

Lleguir l’article a El País

 

Deja una respuesta