Redes Sociales Vecinales

Pronto tus vecinos querrán conocerte mejor y la culpa será de un tipo de Silicon Valley

Nextdoor y las redes sociales privadas de barrio aspiran a conquistar los vecindarios de España
Conéctate   
Nirav Tolia, presidente ejecutivo y cofundador de la app Nextdoor, fotografiado en Madrid.
Nirav Tolia, presidente ejecutivo y cofundador de la app Nextdoor, fotografiado en Madrid. CARLOS ROSILLO

Hay plataformas y redes sociales para los amigos, para que cuentes tus opiniones, para ver vídeos, para colgar fotos molonas, para encontrar trabajo, por si eres adolescente, para chatear, para ligar, por si quieres charlar desde el anonimato, para ver fotos por temas, para vender y para comprar. Y todas estas son solo algunas de las más grandes: Facebook, Twitter, Youtube, Instagram, Linkedin, Snapchat, Whatsapp, Tinder, Reddit, Pinterest, Amazon o Wallapop.

Pero en España faltaba al menos una: la de tus vecinos. Porque, ¿quién no quiere conocer mejor a sus vecinos?

La apuesta convencida de Nirav Tolia, presidente ejecutivo de Nextdoor, es que el mundo sería mejor si conociéramos mejor a nuestros vecinos. Nextdoor es la red social privada de barrio fundada en Silicon Valley en 2010 que este jueves aterriza en España: «En 2010 era muy claro que Facebook, Twitter, Linkedin iban a ser las plataformas principales para la comunicación humana. Pero ninguna de esas tenía en cuenta dónde la gente vivía», dice Tolia en una entrevista con EL PAÍS en Madrid.

En Estados Unidos el invento ha funcionado. Decenas de millones de vecinos usan la app en más de 180.000 barrios: «En EEUU el 90% de los barrios están en Nextdoor», dice Tolia. La red ha reunido 250 millones de dólares en cinco rondas de financiación.

Para empezar a usarla, Nextdoor exige dos datos difíciles: nombre y dirección postal real. Es la clave de su fórmula. Al barrio virtual solo pueden acceder los vecinos de verdad. Sus mensajes son cerrados y, por ejemplo, nunca aparecen en Google. Nextdoor en España tiene varios modos básicos de verificar la dirección: uno, a través de una postal con un código al buzón de casa; dos, mediante geolocalización del móvil durante varios momentos, o tres, con una llamada de teléfono o vía web, confirmando el número con un proveedor de datos local. Con el nombre, Nextdoor es menos restrictivo: «Nuestra política oficial es usar el nombre real. Sin embargo, no lo chequeamos proactivamente», dice la empresa.

Para empezar a usarla, Nextdoor exige dos datos difíciles: nombre y dirección postal real

Después de la verificación, Nextdoor te deja acceder: ahí están solo los posts de tus vecinos estrictos y los de los barrios colindantes. Nextdoor ha mapeado más de 9.500 vecindarios en toda España, cuyo nombre a veces es nuevo o poco usado.

¿Qué cuenta la gente en Nextdoor? «Es una manera de hacer el boca oreja más fácil de usar», dice Tolia. Los posts suelen ser de preguntas sobre el mejor fontanero del barrio, ofertas de alguien que puede hacer de canguro o dar clases de inglés, quejas por ruidos o cacas de perro, mascotas perdidas, dónde venden buenos cruasanes o si a alguien le han robado en casa hace poco.

¿Y los vecinos pesados?

Pero, claro, todo el mundo sabe que los vecinos maniáticos o absurdamente pesados son una especie nutrida e irremediable. Nextdoor tiene un problema que otras redes evitan: uno escoge su barrio, pero no a sus vecinos. (La app permite, como Twitter, silenciar a vecinos.) «Nextdoor es un espejo», dice Tolia. «Mucha gente viene y me dice: ‘Me he apuntado a Nextdoor y está muy bien, pero tío tengo algunos vecinos muy locos’. Y yo pienso: eso no es Nextdoor, eso es tu barrio. Yo no puedo cambiar la app pero tú puedes mudarte», cuenta.

Así que si uno piensa que sus vecinos son frikis, no está solo. En Estados Unidos hay una cuenta de Twitter y Facebook que reproduce contenido raro de Nextdoor. La cuenta –@BestofNextdoor– tiene más seguidores que la corporativa y es maravillosa. Ahí están capturas de pantalla del vecino que siente fenómenos paranormales, el que hace una foto a los cacahuetes que va a dar a sus amigas ardillas y si no te gusta «que te den por culo», la señora que lamenta que su impresora imprimer porno sin parar -esas redes sin seguridad, señora- o la mujer que acaba de divorciarse porque le han puesto cuernos y quiere vender todo lo que su exmarido haya tocado.

La creadora de @BestofNextdoor es Jenn Takahashi, que cuenta a EL PAÍS que hay de todo: «Es una plataforma que trae lo mejor y lo peor de la gente -y esa gente son tus vecinos», dice. Tolia ve esa cuenta como un triunfo de Nextdoor y un problema de Twitter: «Cuando alguien crea una cuenta así, es que has ganado. Twitter es un lugar donde la gente va a quejarse. Es un hecho. Así que nos lo tomamos así, como un lugar donde la gente va a reírse. Pero a la vez vemos que Nextdoor se está convirtiendo en parte de la vida cotidiana de la gente». Tolia prefiere ver en el hashtag #Nextdoorapp en Instagram cómo algún vecino ha regalado gratis un mueble o han ayudado a encontrar el perro de otro.

«Es una plataforma que trae lo mejor y lo peor de la gente -y esa gente son tus vecinos»

Aunque las ventajas y problemas de Nextdoor pueden ser más serios. Tolia espera que con la mayor esperanza de vida el aislamiento social de los mayores se reduzca gracias a herramientas como Nextdoor: «No inventamos la solución al aislamiento social, pero queremos ser parte de cualquier solución», dice. En los recientes tifones en Estados Unidos, los vecinos han podido comunicarse mediante Nextdoor cuando los cuerpos de seguridad estaban desbordados.

Nextdoor también ha cristalizado problemas serios. En Estados Unidos los suburbios son lugares solitarios. Poca gente pasea por las calles. A menudo se han dado casos de vecinos que advertían en Nextdoor que habían visto un negro o hispano enfrente de casa. La red exacerbaba el prejuicio racial. Nextdoor sufrió varios casos públicos en 2016 y los aplacó con un formulario específico para este tipo de mensajes raciales, donde se obliga al vecino a dar detalles de por qué esa persona es presuntamente peligrosa.

Otro reto de Nextdoor es la seguridad de dar la dirección exacta ante posibles fisgones. La red permite esconder los detalles y dejar solo el nombre de la calle: «Cada cual puede elegir», dice Tolia. «No es nuestra decisión. No te hace menos valioso para nosotros», añade.

España es el séptimo país para Nextdoor, después de Estados Unidos, Países Bajos, Reino Unido, Alemania, Francia e Italia. Antes del lanzamiento oficial este jueves, hay ya unas 20.000 personas con la app. No es la única que llega ahora a España. También ha aterrizado la alemana Nebenan -que significa «Nextdoor» en alemán- y que en España se llama «¿Tienes sal?» [ver recuadro].

Tolia cree que solo hay espacio para una app vecinal: «Somos los inventores del concepto. Los miembros quieren el original. Es más auténtico. Funciona mejor. En EEUU el 90% de los barrios están en Nextdoor. Estuvimos 4 años para conseguir una penetración del 50% en EEUU. Después de 2 años, Nebenan no tiene ni un millón de miembros en un país de 60 millones»,

La competencia alemana

Isabel Rubio

¿Tienes sal? aterrizó en Madrid el pasado mes de junio —está presente en 43 vecindarios— y acaba de empezar a funcionar en Barcelona. Desde entonces, se han registrado 12.400 usuarios en total.

Los vecindarios —que abarcan entre 3.000 y 6.000 hogares— permanecen cerrados hasta que cuentan con al menos 20 usuarios. Olavide, Puerta del Ángel, Imperial y Lavapiés son los que mejor funcionan en Madrid, según explica Sonia Alonso, fundadora de la red social: “Hemos puesto la herramienta para que la gente pueda romper el hielo y los encuentros no sean digitales sino también reales”.

Cuando un usuario se registra, la empresa intenta verificar que se trata de un vecino real. Para ello, le solicita un documento que acredite que habita en la dirección en la que dice vivir —por ejemplo, el membrete de una carta— o que introduzca un código que le haya enviado algún vecino ya registrado. Pero Sonia reconoce que “es muy difícil de comprobar al 100% que un vecino vive donde dice”: “Al final es un medio online, no somos policías y no podemos estar mirando a cada persona. También a la gente si le preguntas muchos datos tiene miedo y escapa”.

Esta red social forma parte de una empresa con base en Alemania. Su fundadora trajo la plataforma a España después de conocer a Christian Vollman, el creador de Nebenan, una plataforma vecinal que funciona en el país germano desde 2015 y cuenta con 980.000 usuarios allí. “Mi idea era devolver la solidaridad a las calles y quitar la desconfianza. Antes tenías que ir a comprar y hablabas con la dependienta o con el del banco. Ahora todo es automático y no necesitas hablar. Ya no conocemos a los que viven a nuestro lado”, sostiene Alonso.

La entrada de Nextdoor en España, según Alonso, muestra que la sociedad española “tiene ganas de que la comunicación y la solidaridad entre vecinos vuelvan a estar presentes en su día a día”. “Nuestros puntos fuertes son que nosotros estamos focalizados en la parte social, cultural y local, y con estas ideas es como nació la plataforma, mientras que Nextdoor es una red social de Silicon Valley que se creó con el concepto de neighborhood watch, vecinos que se ponen en contacto para vigilar el barrio] y seguridad”.

España también tiene su pequeña app vecinal, MiPlaza, nacida en Gran Canaria. Su cofundadora, la filósofa Cristina Suárez, cree que una vez se establezca la utilidad de este tipo de apps, hay espacio para más de una. Su modelo es distinto: «Dejamos que los vecinos decidan qué quieren, de abajo arriba».

Pero Nextdoor está aquí para llevarse todo el pastel: «La magia de Nextdoor es cuando tienes a mucha gente usándolo. En mi barrio de San Francisco, hay más de 20.000 personas, que es un 70-80% de las casas del barrio», dice Tolia. Si llega a ese nivel, Nextdoor pisará algunos espacios que ahora pertenecen a plataformas como Wallapop, Taskrabbit (que no está en España) o Idealista.

En Estados Unidos, Nextdoor ofrece la categoría «cosas que tus vecinos regalan»: en el barrio de Tolia, hay docenas de muebles que serán del primero que vaya a buscarlos. También está la opción de venderlo, claro. Hasta ahora en España este terreno es de Wallapop. También en los barrios de Estados Unidos, Nextdoor da información de cuánto piden por las casas cercanas a la venta y si se venden. No es el lugar para ir a comprar o alquilar un piso, como Idealista, pero sí es un espacio para informarse del mercado inmobiliario más cercano.

Taskrabbit es la red de manitas: servicios puntuales para reparaciones caseras. De momento no ha cuajado en España. En 2017 Ikea compró Taskrabbit. En Estados Unidos Nextdoor ocupa como plataforma -no como vendedor- parte de ese espacio: una de las mayores acciones vecinales es recomendarse canguros o fontaneros, que a su vez pueden anunciarse. Nextdoor tardó 5 años en poner anuncios en Estados Unidos. En Europa de momento no han empezado a monetizar en ningún país: «Seguiremos tratando de establecer relaciones entre vecinos y empresas locales a través de anuncios», dice Tolia.

Tolia descarta que vayan a hacer microtargeting, que es el gran negocio de Facebook: «Sabemos tu nombre, tu dirección, tu email y tu barrio. El target que todo anunciante puede hacer es solo a nivel de barrio. No sabemos si te gusta el café o correr», dice Tolia, que no dará acceso a que los anunciantes en NExtdoor puedan seleccionar por etiquetas su objetivo: «Un anunciante no podrá venir a Nextdoor y pedir todos los hombres casados con cuatro hijos que vivan en tal barrio. Todo lo que pueden pedir es un código postal», dice.

Llegui l’article a El País

Deja una respuesta